"¡Kiblisky! ¡Eres una rata, hueón! ¡Eres u...!". Marco Antonio Figueroa abandonaba la cancha de Chillán, expulsado por el árbitro Roberto Tobar, cuando tomó un micrófono ambiental del costado y gritó a los cuatro vientos el apellido de los ex dueños de Ñublense. Cobreloa descendía ante los Diablos Rojos en una de las grandes polémicas de 2015.

Ñublense acusó a Cobreloa de que Alejandro Hisis había dirigido a esos dos equipos en la temporada, algo prohibido en ese momento. El Chino era ayudante de Marco Antonio Figueroa, y el reglamento no era claro en si debía o no perder los puntos. Al final el Tribunal votó a favor de Cobreloa en Primera Sala (3-2) y en contra en la Segunda (2-3).

Hasta hoy, el Fantasma cree que a Cobreloa "lo bajaron" a Primera B. "Yo digo que sí. Matemáticamente Cobreloa no descendía, estábamos tres puntos arriba. Nos quitaron tres puntos para que quedáramos emparejados junto con Ñublense y Arica. No había forma de que Cobreloa descendiera. Por eso nos quitaron esos puntos. Aunque Cobreloa perdiera ese partido, por la diferencia de goles, no descendía. No había forma", sentencia.

El relato tiene toques de nostalgia. "Han pasado siete años. Me querían castigar por cincuenta partidos, al final fueron doce, injustamente. (...) Con todas las pruebas que les dimos, aún así me castigaron y descendieron a uno de los clubes más importantes de Chile", rezonga el hombre que hoy dirige a la selección de Nicaragua.

MAF enfatiza el tema normativo. "Con un reglamento que estaba estipulado para el técnico y no estaba estipulado ni para un auxiliar, ni para un preparador fisico. Esa norma era exclusivamente para el técnico, que si habías estado en otro club no podías registrarte en otro", establece el técnico.

El fallo se dio vuelta y Cobreloa quedó prácticamente condenado. "Lo sacaron del sombrero o el as bajo la manga, sacaron que sí (era antirreglamentario). Y nos bajaron, así de simple. Porque después, en el partido que decidía algo en Arica (San Marcos-Audax) no pasaban la mitad de la cancha", recuerda el Fantasma.

Lo peor vino después. El vicepresidente loíno, Sebastián Vivaldi, llegó al borde de la xenofobia y acusó de amistad a Alex Kiblisky, tesorero de Sergio Jadue en la ANFP, con el presidente del Tribunal, Exequiel Segall. "Un par de judíos extranjeros hacen lo que quieren y bajan a segunda a uno de los grandes del fútbol chileno, por interpretación", dijo el dirigente a Radio Biobío.

Fantasma asegura que Vivaldi no estaba perdido. "Cuando yo nombré personajes, después averiguaron la relación y era cierto. Había dos personajes que se sentaban a conversar y a tomar café: uno en la Comisión de Disciplina y otro un directivo muy famoso en Ñublense. Y eso quedó comprobado", insiste hoy el entrenador.

"Me sentí solo, nos trataron de locos y de vendepatrias"
 

El dolor persiste en las palabras de Marco Antonio Figueroa, cuando recuerda la campaña de 2015 en que incluso pudo llegar a los playoffs. "Después de tanto tiempo, me sentí solo. Salvo con Sebastián Vivaldi, que fuimos castigados; la prensa y todo el medio chileno nos trató de locos, de vendepatrias y eso no está bien", lamenta MAF.

"Para mí fue muy difícil, porque con los puntos que habíamos hecho, salvábamos al equipo de los dos entrenadores que llegaron antes de mí. El equipo estaba jugando muy bien, pero el destino lo decidieron personas ajenas a Cobreloa y lo decidieron porque eran amigos y les convenía", asegura sin pelos en la lengua.

Y luego le cae a Roberto Tobar, quien lo expulsó esa tarde en Chillán: "El arbitraje del partido Ñublense-Cobreloa nos cobró cosas que no estaban dentro del parámetro, ni de las normas del fútbol. Si la gente revisa el partido, se da cuenta de que hay cosas muy anormales".

Fantasma: "El descenso fue de mesa, no de cancha"
 

Marco Antonio Figueroa se descarga. El Fantasma explica el por qué de su reacción final, cuando levantó el micrófono del pasto y le gritó al que creía que era su verdugo. "Siempre he pedido disculpas por ese arranque, pero era porque nos estaban perjudicando", explica el seleccionador nicaragüense.

"Cuando vino la famosa agarrada de micrófono... es que uno como ser humano ve que tu equipo y que tú como profesional están siendo perjudicados, y no es fácil asimilar tanto castigo. Lo asumí, pedí disculpas a quienes ofendí, pero nadie me saca de la cabeza que esto de Cobreloa no fue un descenso deportivo... fue de mesa", advierte MAF.

"Y las veces que me pregunten, siempre voy a decir lo mismo. Fue de mesa, no de cancha", concluye el Fantasma Figueroa.