Universidad de Chile logró destrozar aquel dicho noventero que decía que el que le ganaba a Colo Colo, en la siguiente fecha perdía. El cuadro azul tuvo una destacada actuación ante un O’Higgins que, sobre todo en el segundo tiempo, le complicó las cosas. Este es el uno a uno de la U en el Nacional.
Gabriel Castellón (6,3): para hacerle un gol al portero de la U, hay que definir con calidad. Si el balón no va suficientemente esquinado o con potencia, sus manos se interpondrán. En el duelo ante O’Higgins no necesitó de grandes estiradas o de ese tipo de voladas que rellenan lugar en los periódicos. Estuvo eficiente y seguro ante los embates celestes (hoy rojos). La peligrosidad, pese a todo, no estuvo a la orden del día y a su desempeño le falta siempre una de esas paradas ostentosas que alegran a los hinchas. Otra historia es con los centros. Acortarlos es una especialidad del portero y lo hace con excelencia.
Matías Zaldivia (5,5): importante en la zaga azul, aunque hoy un poco por debajo de su compañero, Franco Calderón. Es de aquellos jugadores que saben desplazar a los atacantes, en vez de empujarlos. Se hace maña para incomodar siempre. A Bianchi lo tuvo bien controlado y el único gran error fue salir a cortar a Bryan Rabello en las cercanías del mediocampo, cuando no ocurría ningún peligro. Eso le costó una amarilla poco inteligente a los 54’. No obstante, lo más terrible de Zaldivia es, precisamente, su ausencia. A los 71’ tuvo que salir remplazado, mientras cojeba. Ojo con la posible lesión del patrón del área azul.
Franco Calderón (6,3): si juega tal como lo hizo ante O’Higgins, su nombre debería ser Solvencia. Los balones peligrosos, los depejó. Los remates que van al arco, pegan en él. Cuando un jugador se acerca al área con la pelota en los pies, le mete las zapatillas. Un genio este sábado el argentino, que consiguió opacar el rendimiento de Zaldivia. Una de las jugadas que se puede resaltar, cuando le sacó el balón a Rabello cuando se aprestaba a golpear la pelota a los 34’ o cuando despejó un balón venenoso que iba en dirección a Bianchi a los 43’. Calderón hoy le puso sazón, batería y reguetón.
Emanuel Ojeda (5,3): sin hacer un mal partido, no destacó. Se excede al reventar cada pelota que se asoma por cerca del pórtico de Castellón, lo que evita la generación de juego en algunas instancias. No tuvo errores importantes.
Fabián Hormazábal (5,5): el partido que hizo ante Colo Colo quizás le dejó a él mismo la vara muy alta. En esta ocasión, Hormazábal pasó más desapercibido. Generó buen fútbol en el mediocampo. Los toques rápidos son una de sus características más repetidas. Si bien desaparecer no significa hacer un mal partido, necesariamente, en esta ocasión hay que reprocharle al joven azul que tras el Superclásico se espera más de él.
Marcelo Díaz (6): el cerebro del mediocampo azul. Su inteligencia para jugar es notoria y es tan vivaz que ni siquiera ciertas cuotas de lentitud le quitan el protagnismo en el juego. Arma y manda a sus compañeros. El empuje lo imprime en sus botines y en su jineta, ya que su palabra parece ser respetada entre sus compañeros. La tarea silenciosa de Carepato es una de sus virtudes y nunca nos aburriremos de ello.
Israel Poblete (5,5): otro de los que brilló en el Superclásico, pero que estuvo un poco más alicaído ante O’Higgins. Al inicio del partido, los altoparlantes lo nombraron y el Nacional estalló. Empieza a ser querido y, cómo no, si hizo un gol que será recordado. El duelo ante O’Higgins, contrario a eso, no ocupará páginas en su biografía, ya que no fue relevante en la oncena.
Marcelo Morales (6,5): irreverente y eficaz. Sabe cuándo subir y cuándo quedarse a tapar el lado izquierdo. Genera buen fútbol y se nota cuando el balón pasa por sus pies. A este nivel, ni pesando cien kilos debería ser olvidado en las nóminas de la Roja.
Leandro Fernández (6,5): ni el Chapo Guzmán en sus momentos de glorias fue tan peligroso como Lea cada vez que agarra la pelota por el lado izquierdo. Bombas son las que tira al área rival y esta tarde, ante O’Higgins, un par de armas químicas surgieron de sus pies. Una, letal, la del gol. Desbordó y mandó un centro a media altura que resolvió Guerrero, aunque esa jugada la repitió a lo largo del encuentro por lo menos tres veces. Además, se tiene más fe que Junior Playboy en los realitys: le pega desde donde sea. Un ejemplo de ello, el tiro libre a los 32, que pese a ser un tiro muy lejano, lo intentó con potencia.
Cristian Palacios (4,5): poco y nada en el ataque azul. En los últimos dos encuentros de la U por el Campeonato Nacional, ha desaparecido del lugar en el que suele instalarse con peligro, el área. La rapidez y el olfato de gol, características que lo podrían definir en general, parecen haber dejado lugar a sus antónimos. Pocas ocasiones y lentitud. Ejemplo de ello, cuando a los tres de descuento tuvo una pelota de peligro y nunca supo qué hacer. Finalmente, hizo lo peor y la perdió. Salió a los 67’.
Maximiliano Guerrero (6,5): se va ganando el paladar del hincha azul. No solamente porque es un distinto a la hora de resolver, sino porque su nombre ronda las redes contrarias, como si cada una de sus jugadas pudiese terminar en gol. No tuvo problemas para mandar un cañonazo y marcar la apertura de la cuenta para la U, a los 36’. De primera, así como si tuviera veinte años de carrera. Otro de sus lujitos vino a los 78’ cuando con un toque suave dejó lelos a dos defensas rancagüinos. Su remate, sin embargo, pasó rozando el palo derecho del portero del Capo de Provincia.
Nicolás Guerra (6): entró por Chorri Palacios a los 67’ y le cambió la cara al ataque azul. Tuvo acción de cara al arco y cambió para mejor el equipo con su entrada. Al menos, Guerra aparece y crea más fútbol que Palacios. Lo raro es que el uruguayo, cuando se destapa, es otro nivel. Pero, bien el Nico, que entrando desde la banca siempre es un nuevo aire para el equipo.
Ignacio Tapia (5,5): entró a los 71’ por Zaldivia y no se notó que hubiese salido el dueño de la defensa azul. Estuvo bien por arriba y sólido interfiriendo balones.
José Castro (-): entró a los 88’ por Marcelo Morales. Poco que decir, salvo un arranque por la izquierda sobre el final, que sirvió para descontar minutos.
Federico Mateos (-): entró a los 88’ por Díaz.