Partido gris como el día. En La Cisterna, la Universidad de Chile no lució mal, pero tampoco brilló como acostumbra a hacer la escuadra de Gustavo Álvarez. Ya es el segundo partido de lo mismo, por lo que empiezan a colarse las primeras dudas sobre el devenir de esta escuadra. Acá el uno a uno de la U ante Unión Española.

Gabriel Castellón (5): generalmente, responde bien, aunque no es de esos que sale volando en las portadas con tapadas heroicas. Pese a ello, sabemos que el fútbol no es siempre justo. Un error suyo permitió el empate provisorio de Palestino, sobre el cierre de la primera etapa, por lo que su aparición en primera plana no será que por esa equivocación. 

Matías Zaldivia (6,3): la solidez de Zaldivia en el fondo azul no es un misterio. El central de la U otorga una seguridad sin igual. Cuando sus antenitas de vinil captan la presencia de peligro en el área del Romántico Viajero, tiene la capacidad de no perder el control y saber anticipar a los contrarios. Otro rasgo favorable es su mentalidad. No solamente porque la transmite al resto, cumpliendo labores similares a las de Marcelo Díaz, sino porque no es fácil hacerlo picar o meterse en su cabeza. Fue lo mejor de la U con cierta distancia por sobre el resto.

Franco Ezequiel Calderón: (6) correcto en la zaga. No se complica, si hay que tirarla afuera, se hace sin chistar. A ese aspecto, que nos parece positivo, podríamos agregarle que en La Cisterna ganó la mayor parte de los mano a mano. Por velocidad o por corporalidad, fue superior a los atacantes del Tino y, sobre todo en la segunda mitad, fue un verdadero muro.

Ignacio Tapia (5,3): fue la novedad en este partido, remplazando a David Retamal. Si bien no pasó grandes zozobras, su presencia pasó más bien desapercibida y de no ser por su lesión en el segundo tiempo, poco podríamos decir de él. Pocas fallas, poco brillo.

Fabián Hormazábal (5,5): un primer tiempo de luces y un complemento más bajo. Hormazábal es de los que aporta intensidad y sacrificio. A veces, eso no va acompañado de una buena lectura del juego, lo que hace que cometa errores. Quizás, el más grave, el del empate 2-2 de Palestino, cuando en vez de sallir a la marca del que viene por el carril derecho (Sandoval) decide quedarse marcando al medio junto con Calderón. 

Marcelo Díaz (5): no siempre se le puede pedir que se ponga el equipo al hombro. A su edad, lo que mejor puede hacer, y lo hace, es transmitir confianza a los suyos. Su experiencia es notoria, aunque también su desgaste físico, que hace que su estadía en cancha se haga a través de pasajes cada vez más cortos. El buen pie y la buena visión no se quitan, eso sí, y habrá que seguir confiándole el timón del cuadro azul, porque tiene el secreto para manejarse por aguas pacíficas y turbulentas.

Israel Poblete (3): no había comenzado mal. Su trabajo era el mismo de siempre: distribución y orden en el mediocampo azul. Pero, los acontecimientos marcan la historia de un partido y, por ende, la evaluación que uno puede hacer de un jugador. Es lo que pasa con Castellón y es, también, lo que pasa con Poblete, quien fue con una plancha grosera a la disputa de un balón y terminó siendo expulsado. Era un buen momento para la U y su salida derrumbó toda la estructura bien construida por Gustavo Álvarez. Si se alaba su protagonismo silencioso, entonces también debemos poner el ojo cuando su relevancia es ruidosa y determinante. Es decir, en días como este domingo en La Cisterna.

Marcelo Morales (5,5): si ponemos un video con todos sus partidos de este año, es probable que Marcelo Morales no tenga uno que se pueda clasificar como “pésimo”. Es de un rendimiento que se mantiene en el tiempo y si bien a veces tiene menos protagonismo, muchos lo quisieran en su equipo. Ante Palestino sus tareas defensivas fueron más sobresalientes que cuando se volcó en ataque. Sin embargo, sube y baja, como un ascensor. Pocas veces se queda atascado en un piso y, de seguir en la senda que va construyendo con su jeugo, podría ser una buena alternativa para Gareca. La Cisterna no lo encontró en su peak, pero tampoco está entre las bajas prestaciones. 

Maximiliano Guerrero (5): nos acostumbróa buenos partidos y cuando no los hace, queda la duda de cuánto tenía aquello de momentáneo y cuánto de esperanzador. Nuevamente, en La Cisterna quedaron dudas sobre su actuación. Muy débil en los cuerpo a cuerpo, errático en sus decisiones y sin ese brillo que, por último, le daba cierta magia a sus prestaciones. ¿Dónde quedó el Maxi Guerrero que dejaba a todos boquiabiertos? ¿Qué pasó en el camino? Vamos a darle más oportunidades, pero también es necesario que Lucas Assadi le ponga un poco de presión a este tipo de jugadores, para que, cuando andan mal, haya alguna alternativa. 

Leandro Fernández (5,8): es de lo mejor que tiene en ataque Universidad de Chile. A veces demasiado ambicioso y, otras, muy poco fino con su juego. Las intenta todas, le quede como le quede. El problema es que se pone las anteojeras y va para adelante. Eso hace que cometa errores, a veces groseros. Porque una cosa es resbalarte en un tiro libre, sí, pero en dos y de la misma manera, ya hay que achacárselo al jugador. Más allá de las fallas, su olfato es el de un cocinero. Busca y busca el gol y, aunque a veces la receta no la tiene, el ingrediente principal es su pegada.

Leandro Fernández las remata todas | Photosport

Cristian Palacios (5,5): vivo y atento en el primer gol de Universidad de Chile. Como buen delantero, no dio por perdida una pelota en ofensiva. Dejó en ridículo a Rigamonti, que tuvo que morderse la lengua por su error. El resto del partido, medio perdido, tipo Teniente Bello. No aparece con la claridad que uno esperaría y suele depender de contar con un buen habilitador. Aunque, es cierto, no es de los que perdona mucho y cuando tiene una ocasión de gol, suele pintarte la cara. En La Cisterna puede haberse ganado la consideración de una nueva titularidad, tras su salida la semana pasada por lesión. Pero esto se debe más a que las cosas tampoco se resuelven cuando Pons toma su lugar.

Matías Sepúlveda (4,5): Ingresó a los 46’ por Ignacio Tapia. Y no es que haya pasado completamente inadvertido, pero fueron más sus desaciertos que sus combinaciones idóneas. Tiene con qué, se nota, pero quizás la falta de fútbol es lo más notorio en su juego.

Luciano Pons (5): ingresó a los 67’ por Cristian Palacios. Tuvo un par de llegadas de peligro y se nota que tiene metido en la cabeza el rol de pivot. Cada vez que puede ceder un balón con un cabezazo, lo hace. El problema es que esto no siempre es entendido por sus compañeros, que a veces acostumbran tener un goleador más neto que, aunque se pierda muchas, las intente todas. Sin embargo, también busca y un globito sobre el final pudo ser su momento de gloria. La tiró desviada, por eso no nos acordaremos de esa jugada.

Federico Mateos (5): ingresó a los 68’ por Marcelo Díaz y cumplió el rol silencioso en el medio. Su aporte es menor que el de Carepato, pero sus canas indican que tiene cierta experiencia, lo que se ve reflejado en su desempeño. No cambia los duelos, pero tampoco los empeora.

José Castro (5,5): entró a los 70’ por Marcelo Morales. A diferencia del resto de los que entraron desde la banca, José sí entró fino. Las corrió todas y fue el aporte energético que necesitaba la U sobre el final. Le cometieron muchas faltas, lo que sin dudas habla de lo escurridizo que puede llegar a ser. Evidentemente, está un peldaño más abajo que Morales, lo que no quiere decir que no haya que pensar en él cuando el lateral izquierdo no tiene la solvencia que acostumbra a tener.

José Castro es una opción que empieza a tomar vuelo | Photosport