Para muchos Adriano pudo llegar a ser uno de los delanteros más importantes en la historia del fútbol brasileño, pero por diferentes circunstancias no lo logró.

Una carrera meteórica. Brilló siendo muy joven en el Inter de Milán y en la selección brasileña, pero luego se derrumbó. Hoy, a sus 39 años, explica qué le paso.

“Dijeron que desaparecí. Adriano se alejó de millones. Adriano está drogado. Adriano desapareció en las favelas. ¿Sabes cuántas veces he visto esos titulares? Mierda. Bueno, aquí estoy, sonriendo frente a ti. ¿Quieres escuchar la verdad? Entonces coge una silla, hermano”, comienza diciendo en una carta publicada en The Players Tribune.

Sobre su infancia, comentó: “Las favelas. […] Siempre pintan un cuadro oscuro. Siempre es dolor y miseria, hambre. Y sí, a veces es así. Pero es complicado. Cuando pienso en crecer en la favela, en realidad pienso en lo mucho que nos divertimos”.

“Siempre había una pelota en mi pie. Fue puesta allí por Dios. Cuando tenía siete años, algunos miembros de mi familia juntaron su dinero para que yo pudiera jugar en la academia del Flamengo“, prosiguió.

Más tarde arribaría al Inter: “Me mudé a Milán, y la gente me llamaba ‘El Emperador’. ¿Cómo puedes explicar eso? Me tocó la mano de Dios, te lo digo”.

En agosto de 2004 su padre murió y Adriano reconoce que en ese momento cambió su carrera: “Después de ese día, mi amor por el fútbol nunca volvió a ser el mismo. A él le encantaba el fútbol […] Cuando yo jugaba, jugaba para mi familia. […] Entonces, cuando murió mi padre, el fútbol nunca volvió a ser lo mismo. […] Me deprimí tanto… Empecé a beber mucho. Realmente no quería entrenar. No tuvo nada que ver con el Inter. Sólo quería ir a mi casa”.

Y a eso se le sumó una lesión: “Todo había terminado para mí, físicamente. Puedes operarte, rehabilitarte e intentar seguir adelante, pero nunca volverás a ser el mismo. Mi explosividad se había ido. Se me acabó el equilibrio. Mierda, todavía camino cojeando. Todavía tengo un agujero en el tobillo”.

Adriano era una máquina en el Inter (Getty)

Después regresó a Brasil: “La prensa decía que yo había ‘desaparecido’. Decían que había vuelto a las favelas y que estaba drogado y todo tipo de historias locas. Publicaban fotos mías y decían que estaba rodeado de todos estos gánsters y que mi historia era una tragedia. Pero tengo que reírme, porque no saben lo que hacen cuando hablan así. Volví con mi gente, mis amigos, mi comunidad”.

Y dejó el fútbol en segundo plano para divertirse con sus amigos: “Quería volver a divertirme. Y hermano, nos divertimos. Te diré la verdad sobre ese equipo del Flamengo. A veces íbamos a los entrenamientos no por el fútbol, sino sólo por las bebidas de después. Tan pronto como nos despedían del entrenamiento, hora de la fiesta. ¡Todas las esposas conocían el trato! “¡Estaremos en casa a medianoche!” Hahaha”.

“Adriano no lleva corona. Adriano es el chico de los barrios marginales que fue tocado por Dios. ¿Entiendes ahora? ¿Verás? Adriano no desapareció en las favelas. Simplemente se fue a casa”, finalizó.