Es difícil ocultar rendimientos en el planeta fútbol. Cientos de herramientas tecnológicas permiten reducir el error al mínimo, y aunque siempre hay excepciones, normalmente se cumplen los designios numéricos. En ese sentido, la salida de Diego López de la dirección técnica de Universidad de Chile es buena prueba.

En su presentación oficial, el 6 de junio, el uruguayo recibió la calurosa bienvenida del presidente de Azul Azul, Michael Clark. "Estamos muy contentos de que Diego se haya sumado al equipo y muy confiados en el trabajo que pueda hacer", sentencio el mandamás. ¿Pero en qué radicaba la confianza del dirigente?

Un par de semanas antes, Redgol revisó la estadística y la historia de López como entrenador e hizo la advertencia. "Las dos caras del futuro técnico de Universidad de Chile: buena persona, pero rendimiento de reguleque para abajo", se tituló la nota que registraba el rendimiento deportivo y la imagen que dejó en los clubes que dirigió.

"Salvo Peñarol, Memo arrastra destituciones y bajo rendimiento en sus pasos por Cagliari, Palermo y Brescia. Incluso con Bologna no terminó la temporada", avisaba el reporte. Sus compatriotas Ricardo Guzmán Pereira, Gerardo Pelusso y Juan Manuel Olivera decían que era ofensivo, pero se fue sin un solo remate al arco ante Coquimbo Unido.

El gran aval de López parecía ser su paso por Peñarol, donde ganó uno de los 53 campeonatos locales y uno de los cien títulos que tiene el Manya en su historia. Si se saca esa estación de su carrera, el técnico llegaba a la U con un rendimiento del 37,26 por ciento. Sorprendentemente, la cosecha fue similar en el cuadro azul: 35,89%.

Otro dato elocuente era la extensión de cada ciclo del entrenador. Solamente en Peñarol pudo cumplir una temporada completa. En Palermo estuvo diez partidos y se fue después de ocho sin ganar... tal como en Universidad de Chile. Cagliari, Bologna y Brescia también lo sufrieron. Y ahora se suma el Chuncho a la lista.