Nano Calderón cambió la cárcel Santiago 1 por la Clínica Psiquiátrica Pocuro, después de que la Corte de Apelaciones revocó su prisión preventiva y ordenó la medida cautelar de arresto domiciliario, tras permanecer dos meses en el recinto penitenciario.

Este mismo lunes, el joven de 23 años se retiró del penal a eso de las 11:00 horas, para luego someterse a un examen PCR y finalmente este martes ingresar al recinto de salud mental ubicado en Vitacura.

Mientras salía de la cárcel, su madre Raquel Argandoña estaba trabajando, era una más en el panel del matinal "Bienvenidos" al aire. Entonces, le mostraron las imágenes de la salida del hermano de Kel desde el penal y la conversación giró su interés completamente la hacia el hermano de Kel Calderón.

"A mí hijo de los cinco años me lo alejaron de mí. Yo creo que esto nos afiató como mamá e hijo y nunca lo dejé solo, a medida que podía le mandaba recados y le decía ‘siempre voy a estar contigo, aunque no te vea, siempre'", explicó entre lágrimas Argandoña.

Y recalcó: "hoy día lo voy a recordar siempre. Primero que Chile está festejando porque ganó el Apruebo. Y segundo porque mi hijo va a ser tratado… Es mi guagua".

Entonces, la "Quintrala" televisiva se rehusó a hablar de Kel, con quien se sabe que está distanciada, pero accedió a entregar extensos detalles de cómo su hijo vivió los dos meses que pasó en el centro penitenciario, bajo vigilancia de Gendarmería.

“Él me decía 'mamá, es terrible, ahora aprecio lo que es vivir. Hay una ventana chiquitita y veo que una bola se ilumina y veo que hay vida’. Y yo decía ‘¿dónde habrá una bola en gendarmería?'", relató Argandoña.

"Y un día en la noche fui y había una bola que se iluminaba, que es la bola de Claro que está en gendarmería, y dije ‘que increíble, ¿cuántas veces yo pasé por ahí?’, y usted también puede pasar, que hay unos letreros luminosos que uno pasa. Pero cuando estás privada de libertad ahí tú le tomas importancia a lo que está en la calle. Él se fijaba en esta bola".

Argandoña reveló que "de repente me dice 'mamá, en mi habitación había un hoyo en el techo, yo lo tapé con un polerón porque me daba frío. Después cuando cambió el clima, saqué el polerón y yo sacaba la mano por este hoyo y sentía el aire'".

"Tú dices '¿el aire?'. Nosotros que muchas veces andamos en la calle y no nos damos cuenta de las cosas simples. 'Sí mamá, yo tocaba el aire y sentía que me pasaba por la mano'. Y todas esas cosas yo decía '¿pero cómo uno no se da cuenta de lo que te está diciendo?'".

Yo creo que ha sido muy duro para él, pero fue una buena escuela. Duro para mí, duro para el entorno, pero eso nos hizo aterrizar y ahora somos distintos", confesó la panelista del matinal de Canal 13.

Posteriormente, Raquel se volcó a examinar como Nano reconoció que había fallado como hijo, dando pie para diversas reflexiones y también para proyectar el futuro.

“Yo no he hablado con él, no he tenido contacto con él en todo este tiempo, dos meses y medio casi, pero yo creo que él ha cambiado mucho, él quiere ser otra persona. Me dice 'mamá, yo nunca fui malo, tú vas a ver que voy a ser tu orgullo'. Siempre los hijos nos enorgullecen, todos los hijos son distintos pero cada madre conoce a su hijo y mi hijo siempre fue bueno, pero quizás le faltó afecto y estar pendiente de él. Y yo no voy a volver a fracasar", advirtió Argandoña.

A eso sumó que "yo le escribía cartas cuando se podía. Todos los stickers de Santiago me los compré, todos. Caritas felices, una casita con chanchitos, bien humilde, porque lo único que quiere es tener algo a futuro con chanchitos, alejado de la ciudad. Le escribía tres cartas diarias. A veces decía 'chuta, ¿qué le cuento?', pero le contaba cosas a lo mejor sin importancia. Le hacía escribir a mi mamá… Ahora menos mal que le avisaron a mi mamá, porque si está viendo esto capaz que le de un ataque".

“Y ella siempre arreglada como puerta, todos los días. Yo le decía 'mamá, ¿para que te arreglas tanto?'. 'Porque yo sé que ustedes me van a mentir, no me han dicho, pero yo sé que va a tocar el timbre y va a aparecer mi nieto regalón'. Yo le decía 'pero mamá, ¿cómo te voy a mentir así y pintarte tan temprano?'. 'Porque él yo sé que me va a dar una sorpresa'".

"Mi mamá tiene 93 años y mi hijo me decía 'dile a mi abuelita que me espere, que no se vaya, porque tengo que darle un abrazo antes de que se vaya'", añadió.