Depredador: La Presa (Prey) es la historia de Naru, una joven guerrera, feroz y altamente hábil, que se crió a la sombra de algunos de los cazadores más legendarios que deambulan por las Grandes Llanuras. Cuando el peligro amenaza su campamento, se dispone a proteger a su gente. La presa a la que acecha y, en última instancia, se enfrenta, resulta ser un depredador alienígena evolucionado con un arsenal técnicamente avanzado, lo que deriva en un enfrentamiento cruel y aterrador entre los dos adversarios.

La película ya se siente fresca cuando se ubica en un espacio y tiempo diferente al que venía persiguiendo la saga desde la segunda entrega en adelante. Lo urbano, la cacería en la jungla de concreto, la sobrecarga de tecnología, un planeta futurista inexplorado muy diferente. La trama se va directo al pasado, a comienzos de los 1700. Claro, hay antecedentes de la presencia de los Depredadores en esa época.

Así se despoja a los protagonistas de los principales recursos de defensa contra el alienígena, devolviendo el desafío y la competencia por la supervivencia  a un estado primitivo y visceral. Eso, a través de un lienzo de paisajes naturales tan bellos como intimidantes; buena combinación que se logra con la fotografía de Jeff Cutter, quien tampoco tiembla a la hora de mostrar los enfrentamientos y encontrar nuevos ángulos para sorprender aumentando la sensación de peligro, como en la persecución en el pastizal.

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El temor a lo desconocido acá es más potente. Se respira la inseguridad de Naru mientras intenta entender la criatura que los está cazando y que, en la actitud más humana posible, sólo le encuentra sentido en "leyendas para asustar a los niños", lo que la hace blanco de burlas. Aún así, su instinto no la traiciona y su perseverancia la lleva a encontrarse directamente con el horror. La escena del oso es poéticamente brutal al ahogarse en su rostro de asombro y miedo.

La protagonista está puesta a prueba no sólo por el antagonista sino que también por las convenciones machistas de su cultura, abriendo las perspectivas e ideas más allá de la cacería que se ve en pantalla. Curiosamente se hace un retrato de un pasado lejano, cuyas formas arcaicas de relación aún permanecen enquistadas en la naturaleza humana hoy -o quizás es hasta un comentario sobre el humor machote que poblaba la película anterior de la saga-.

Eso va dando cuenta de que Prey quiere ser algo más que un western de ciencia ficción sin vaqueros. Hay emociones involucradas e invertidas, toda meta no se consigue sin sacrificio. Por eso la disputa se vuelve más intensa, se hace aún más interesante, en el guión de Patrick Aison.

Amber Midthunder ya había mostrado sus capacidades en la serie Marvel Legion y algo quiso dejar en The Ice Road, pero ahora con el rol principal demuestra su potencial en una aventura que nunca pierde el ritmo, siempre está bien encaminada y te mantiene atento al siguiente truco que sacará bajo la manga.

Cargada de una acción que no busca contenerse en los niveles de brutalidad, Depredador: La Presaes una gran adición a la saga del alienígena como no se había visto hace tiempo, quizás desde la película original. El único aspecto negativo que si tiene este estreno es que no se pudo ver en el cine; una espina en el corazón de los más fanáticos.