Este lunes Denver Nuggets se coronó como el glorioso campeón de la NBA. De la mano de su mejor artillero, Nikola Jokic, MVP de la serie, definieron todo en el quinto juego y se alzaron sobre un Miami Heats muy resentido en la defensa.
Tras el término del partido todas las miradas cayeron sobre Jokic, quien tuvo una actuación espectacular: marcó 28 puntos, tuvo 16 rebotes y asistió 4 veces. La NBA reconoció todo el esfuerzo y talento del jugador de 2.11 metros de altura en esta campaña y lo eligió como el MVP de las Finales, la segunda vez que recibe este reconocimiento.
Pero, ¿de dónde salió este pívot que no para de romper récords en la liga de baloncesto norteamericana? Muy pocos conocen su dramático origen o la cantidad de extrañas anécdotas que hacen pensar incluso en una intervención divina para sellar el destino del exitoso basquetbolista.
El Joker, como lo suelen apodar, nació en Sombor, ex Yugoslavia y actual Serbia, en medio de plena Guerra de los Balcanes, uno de los conflictos más sangrientos desde la Segunda Guerra Mundial. A sus cuatro años, vivió entre incesantes bombardeos que provenían desde la OTAN y que asolaron al país durante 11 semanas.
“Recuerdo las sirenas, los refugios antibombas, las luces siempre apagadas… Vivíamos prácticamente en la oscuridad. Incluso a las 9 de la mañana todo estaba apagado. Yo no podía salir solo, mi madre no me dejaba si no me acompañaban mis hermanos”, contó en una entrevista con el sitio Bleacher Report.
Un suceso traumatizante para cualquier niño, pero que Jokic logró dejar atrás. Más adelante su problema fue otro, uno poco imaginable para alguien con su desplante físico: la obesidad. “Sí, era el más gordito, el más grande, pero también el mejor del equipo”, recuerda.
La mano del destino en el futuro de Nikola Jokic
Nikola no tenía el mismo interés en el basquetbol que sus hermanos, quienes eran unos apasionados del deporte. El era más bien tranquilo, centrado en los estudios y en el campo, no soportaba la actividad física.
“No me gustaba exigirme e incluso solía llorar cada vez que tenía que ir a entrenar. Mi padre tenía que convencerme constantemente. No eran épocas en que el básquet me interesara tanto”, admitió.
Su mayor pasión eran y siguen siendo los caballos. Tanto así que hace unos años cumplió el sueño de su vida y se compró un caballo de carreras llamado Dream Catcher (atrapador de sueños). “Si no fuera basquetbolista, sería un chico de establo”, dijo en una entrevista.
Sin embargo, el destino tenía preparado otra cosa para Jokic, un futuro más allá de la vida de campo. Así lo demuestra una imagen de él y su hermano de pequeños, en la que viste el buzo de los Nuggets 20 años antes de fichar por el equipo de Denver.
La ficción abunda en la historia y carrera de Jokic. A tal punto que cuando fue seleccionado por el draft de la NBA, en junio de 2014, se encontraba durmiendo plácidamente. Fue su hermano quien fue en representación de él y quien lo tuvo que despertar para darle la emocionante noticia por teléfono.
Hoy, ocho campañas después de su debut, se proclama campeón de la NBA, con un contrato millonario, actuaciones que rompen récords y una afición que corea su nombre. Sin embargo, el serbio se mantiene fiel a sus orígenes y su humildad, y tras ganar el anillo solo se dedicó a celebrar con su hija pequeña en una imagen que conmovió a todo el mundo.