Uno de los pocos países donde no se detuvo el fútbol por el coronavirus fue en Nicaragua, donde incluso algunos equipos jugaron con mascarillas, tal como recomendó el virólogo belga Marc van Ranst.

Sin embargo, jugar con el utensilio de protección es muy difícil, según palabras del delantero uruguayo Bernardo Laureiro, de Diriangén Fútbol Club.

“El club nos dio guantes quirúrgicos y mascarillas para jugar, como una medida de protesta. Fue muy difícil. Yo aguanté 15 minutos, porque para respirar era complejo”, señaló el charrúa a Olé.

Laureiro agregó que “durante el cambio de aire, que hacemos continuamente jugando, sentís que no podés respirar bien. También, el aire es caliente. Sólo cuando inhalás estás más o menos bien, pero cuando exhalas queda ahí, como que en la boca sentís que constantemente estás con aire caliente. Es incómodo para hablar, para comunicarte… Cuando más lo sentís en el cambio de ritmo, que necesitás el cambio de aire para recuperarte. Es muy incómodo, en el momento que me tocó, de los diez a quince minutos no lo soportaba más.

Por otra parte, el jugador dijo que en el país centroamericano está todo tranquilo: “yo siento que acá no hay que preocuparse. Estoy tranquilo, no se siente una pandemia. Yo no estuve en la capital del país y ahí es donde fueron los casos. Donde vivo yo hay precaución, pero está todo bastante controlado”.