Tras 7 años sin presentarse en nuestro país. El cuarteto alemán impresionó una vez más al público con una presentación que incluye una experiencia tanto musical, visual y sensorial. Así mismo, la agrupación pionera de la música electrónica, deslumbró en el escenario con su original proyecto- fundado en los años 1970- cuyo discurso y génesis, sigue más vigente que nunca en la actualidad.
Elegancia, frialdad, vanguardia e imágenes
“Existe una emoción fría y otra emoción, ambas igualmente válidas que no es corporal sino mental. Nos gusta ignorar al público mientras tocamos y concentrarnos completamente en la música. Nos interesa mucho el origen de la música, la fuente de la música. El sonido puro es algo que nos gustaría lograr mucho”, declaró Florian Schneider (1947-.2020) a un fascinado Lester Bangs en 1975. Aquella cita mencionada, es la energía que entrega el espectáculo artístico de Kraftwerk.
Son las 21 horas, y la mayoría de los fanáticos comienzan a instalarse en los espacios del recinto. Han pasado 15 minutos, y el público de manera ansiosa y a la vez, respetuosa, comienza a aplaudir dando señal de las ganas de poder escuchar el show artístico de la banda. Y es que, apenas comenzó la presentación, los músicos vistiendo con sus clásicos trajes electrónicos de luces de colores, emitieron su vibratoria mezcla de sonidos experimentales que brindaban un show complementado con las imágenes proyectadas en las pantallas.
De forma hipnotizante, los integrantes de Kraftwerk construyen toda una experiencia sensorial en sus conciertos. Las primeras imágenes mostraban una programación de computadora: todo se pone de color verde. Son éxitos del álbum Computer World.
Específicamente, “Numbers”, es el primer sencillo que abre el concierto. Y así la agrupación europea comenzó su recorrido musical por sus grandes éxitos, fascinando a sus seguidores con “The Model”, “Autobahn”, “Tour de France”, “Computer Love”, “The Robots”, “Radioactivity”, entre otros.
Los colores son también un elemento expresivo en sus presentaciones. De verde pasan a amarillo, rosado, celeste, y colores de la televisión, cuando esta se bloqueaba y se veían en pantalla diversos colores de Arcoíris.
Un momento divertido fue cuando en medio de su música, mostraron unas imágenes de una nave espacial que recorre el universo y comienza a descender por Chile, la cual rodea el Costanera Center, hasta aterrizar en las afueras del Movistar Arena. Los fanáticos se ríen y disfruta de aquel gesto de cercanía.
Los oyentes disfrutaron con mucho goce el repertorio único de Kraftwerk. Quienes se encontraban en Platea Baja: sentados, movían sus pies y cabeza como gesto de libertad ante la innovación experimental que estábamos presenciando. Por otro lado, el público en cancha, parecía una pista de baile robótica que no quería que el espectáculo terminara, si no, que siguiera toda la noche por horas infinitas, dejando su condición humana, como Hombres Maquinas.
Finalmente, cada integrante comenzó a despedirse con una reverencia frente a los asistentes. El último en decir adiós fue uno de los fundadores de la banda, Ralf Hütter con una mano en el corazón.