En 1990, un elaborado plan desembocará en el escape de 49 presos políticos, varios de ellos miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, en lo que se conoce como la mayor fuga carcelaria en la historia de Chile.
A estas alturas ya deberíamos estar saturados con el exceso de dramas carcelarios, sobre todo con apuestas televisivas de gran popularidad en el último tiempo, como “Orange is The New Black”, “Vis a Vis” y “El Marginal”. ¡Basta! El asunto es que “Pacto de Fuga” nos pega de cerca y se hace atractiva por lo mismo, sobre todo porque aquí te lo cuentan como una hazaña con aroma a blockbuster de envergadura y no se queda corta en la tarea de hacer crecer las expectativas.
Con esa base, la película de David Albala parte bien, solo por abrazar ideas a las que en general el cine chileno le teme: jugar a lo grandilocuente, apostar por algo más allá del drama íntimo, amasar el sentido de espectáculo que implica el cine.
Y la historia tiene todos los elementos para aprovechar tales planteamientos. Izquierda o derecha, no importa del lado político en que uno se instale, el nivel de logística, astucia, entusiasmo y esfuerzo de los involucrados, transforma este episodio de la historia chilena en una indudable proeza, con el material suficiente para convertirse en un thriller que afortunadamente te atrapa, te entretiene y no descansa en el cliché fácil.
En tanto, la visión de rebeldía ante la represión y los abusos de poder, aunque en este caso sean perpetrados en dictadura, inevitablemente lanza un cable a tierra en conexión con la actual crisis social chilena. Es difícil verla y no pensar en lo que ocurre en las calles.
Ahora, uno puede dejar caer ciertas incertidumbres sobre la apuesta. Es inevitable. Por ejemplo, la historia coral le pesa cuando no es capaz de explorar mucho más en el pasado de los involucrados, arriesgando la inversión emotiva que el espectador pone en los personajes. El montaje y la edición por momentos trastabilla en imágenes que poco aportan. Y, por otro lado, caer en el estilo del videoclip más de una vez con “El Baile de los que Sobran”, de Los Prisioneros, y luego con el tema principal de Ana Tijoux se hace innecesario, después de que la narrativa se ha inclinado por algo más visceral y directo. Un tema puede funcionar, pero dos es autoflagelarse.
Lo positivo es que cada vez que la película tiene estos traspiés, logra recomponerse con secuencias que alimentan el suspenso gracias a actuaciones correctas, entre las que destaca, como siempre, Roberto Farías, sobre todo en sus interacciones con Mateo Iribarren, otro sobresaliente.
A pesar de sus falencias, “Pacto de Fuga”logra sus objetivos y es imposible ignorar el esmero que hay en lo que se puede denominar como una superproducción local.