Un millonario decide crear un grupo paramilitar que se ocupe de eliminar a los verdaderos responsables de los problemas que afectan al mundo. Su actual misión buscará derrocar a un dictador en el Medio Oriente y será un desafío que pondrá a prueba tanto las habilidades como la efectividad del equipo.

Michael Bay se aleja de su obsesión infructuosa con "Transformers" lanzando junto a Netflix, "Six Underground", un retorno a lo que más le acomoda: acción pura con disparos, autos, helicópteros y gente hermosa, más en la línea de Bad Boys y The Rock que de la ciencia ficción con alienígenas cibernéticos.

El director intenta superar espectáculos previos manteniendo los ingredientes que han caracterizado su filmografía y que sabe manejar muy bien: una estética de colores saturados, la cámara inquieta, el montaje veloz y una banda sonora sobrecargada. Un videoclip en esteroides con Ryan Reynolds, Melanie Laurent, Aria Arjona, Manuel García-Rulfo y Ben Hardy, luciendo simplemente despampanantes.

El inconveniente es que cada vez que Bay se escapa de esa zona de confort, de ese mundo de ensueño y destrucción que son sus escenas de acción, se descarrila y la trama es tal como un auto que se pulveriza en medio de las persecuciones. Hay un objetivo claro, expuesto en una absurda escena con vasos, que los mismos personajes ridiculizan, pero todo lo que intenta darle sustento es innecesariamente confuso o prácticamente inexistente.

La película no te entrega material para invertir emociones en los personajes. Si viven o mueren, da lo mismo; porque no hay nada en riesgo aparte de una vida que ni siquiera ellos mismos valoran. Y cuando ves que la sensación de familia con la que podrían llegar a darle peso al equipo es anulada, el desapego con todo lo que ocurre es prácticamente total.

El guión se desmorona en la medida que avanza y la edición definitivamente no ayuda. Hay saltos temporales descarados, absurdas y repentinas salidas a los inconvenientes, acciones realmente inexplicables, una continuidad ultra torpe entre escenas, además de entregar un mensaje absurdo como resolución al conflicto frente al totalitarismo en el remate.

"Escuadrón 6" tiene mucha estética, mucho glamour y grandiosa espectacularidad, para maquillar el accidente devastador que es su argumento vacío, que quiere ser político o altruista pero sin comprometerse con ideas claras, además de la poca emoción y una reducida contundencia dramática. O sea, todo es extremadamente Michael Bay.