En Bestia, el Doctor Nate Samuels, quien se ha quedado viudo recientemente, regresa a Sudáfrica, lugar en el que conoció a su mujer, para visitar una reserva de animales con sus hijas. Pero lo que empieza siendo un viaje de relajo se convierte en una lucha por la supervivencia cuando un león que ha escapado de unos cazadores furtivos empieza a perseguirlos.

No hay mucho a lo que se le puede dar vuelta aquí: el monstruo de la semana llega en forma de león y, más que con hambre, con actitud sanguinaria; en una película simple y directa, sin artilugios narrativos complejos. Muy visceral e intentando tocar las mínimas teclas emocionales para conmover con los protagonistas.

La producción se sostiene principalmente por el uso de las cámaras, la actuación de Idris Elba y la música.

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El director Baltasar Komarkur en esta oportunidad opta por una cámara inquieta, que recorre las escenas en largos planos secuencias, como una paulatina coreografía que sumerge al espectador en la acción, el horror y el suspenso. Lo hace cómplice de una observación morbosa de los trágicos y desesperados sucesos, casi como si fuese un documental de seguimiento. Y en varias ocasiones logra construir esa tensión que te lleva al borde del asiento.

Review | Bestia.(Foto: Universal)

Review | Bestia.(Foto: Universal)

Mientras, el actor británico toma las riendas de la agobiante situación de sentirse atrapado en plena naturaleza. Como humano está enjaulado al aire libre y, no sólo por la monstruosidad que los acosa, sino que también por la culpa de ser un padre ausente en un momento fatídico para su familia, que se alza como crucial en la experiencias de sus hijas. El tormento no es solo físico cuando el villano les rasga la piel, sino que también psicológico al quedar a merced de todos los cobros que le hacen los retoños en medio de la traumática experiencia. La peor pesadilla como expiación para los pecados de esa falla en los deberes paternales.

Y en eso, Steven Price toca las teclas precisas con las melodías que parten con una sonoridad muy acoplada con el contexto africano en que se desarrolla la trama, para que luego variar sus tonalidades culturales hacia notas rudas y amenazantes.

Inevitablemente, la entrega te hace pensar en The Ghost and The Darkness (Stephen Hopkins, 1996) no sólo por el contexto sino que sobre todo por el antagonista sediento de sangre humana. Incluso a pesar de que ahora a la amenaza se le atribuye una actitud vengativa ante la problemática de los cazadores furtivos; una especie de reacción de la naturaleza ante la corrupción de su curso orgánico. Y también hay algo de Monster (Bryan Bertino, 2016), al poner a resolver un resquebrajado vínculo familiar mientras una criatura amenaza con ponerle fin definitivo a la vida a la que las presas buscan aferrarse y recomponer.

Review | Bestia.(Foto: Universal)

Review | Bestia.(Foto: Universal)

Dados estos planteamientos, que ciertamente le añaden más sustento a la propuesta de supervivencia, es una lástima que Bestia se caiga en detalles como anunciar con bombos y platillos el remate para su conclusión demasiado temprano en la historia. Si se presta atención no es muy difícil deducir cómo se resolverá todo. Por otro lado, se cae en decisiones que parecen absurdas, sobre todo en el manejo de las niñas, por riesgos poco creíbles dado el desarrollo de los eventos.

Bestia logra angustiantes momentos de suspenso, se defiende como apuesta de supervivencia, pero le penan -y mucho- las malas decisiones del guión. Es para vivir un momento de tensión a oscuras en el cine, pero no para exigirle algo memorable.