En un lanzamiento que parecía sacado de una película de ciencia ficción, el 18 de noviembre del año pasado, SpaceX puso a prueba su cohete más ambicioso hasta la fecha: el Starship.

Este coloso, el más grande y potente jamás construido, despegó desde Boca Chica, Texas, con la promesa de hacer una prueba exitosa que permita en el futuro llevar a la humanidad a la Luna y Marte. Pero, en lugar de un heroico ascenso al espacio, la misión terminó en una espectacular explosión… o mejor dicho, en dos explosiones gigantescas que dejaron una marca inesperada en nuestro planeta.

Un agujero inesperado en la ionosfera

¿Sabías que cada vez que un cohete despega, podría estar afectando nuestra atmósfera? Pues resulta que Starship no solo explotó en un impresionante espectáculo visual, sino que también provocó uno de los agujeros más grandes jamás detectados en la ionosfera, la capa de la atmósfera que protege a la Tierra.

Este “agujero” se extendió por miles de kilómetros y persistió durante casi una hora, algo que dejó perplejo al equipo de científicos que lo estudió. ¿Cómo es posible? Bueno, vamos a desmenuzarlo un poco.

La ionosfera es como una burbuja invisible que rodea la Tierra y se extiende desde unos 50 hasta 1.000 kilómetros de altura. Es crucial para nuestras comunicaciones por satélite y otras formas de transmisión de datos.

Durante el lanzamiento del Starship, las explosiones generaron ondas de choque que viajaron más rápido que la velocidad del sonido, neutralizando temporalmente esta capa protectora y creando un gigantesco agujero que abarcó desde la península de Yucatán, en México, hasta el sureste de Estados Unidos.

¿Por qué esto es importante?

Yury Yasyukevich, un físico atmosférico del Instituto de Física Solar-Terrestre de Irkutsk en Rusia, es uno de los científicos detrás del estudio, admitió que “la magnitud de esta perturbación nos tomó por sorpresa“.

Y no es para menos: este tipo de fenómenos podrían complicar bastante la navegación satelital y las comunicaciones en el futuro, especialmente con el aumento en la frecuencia de lanzamientos espaciales. ¡Imagínate perder la señal del GPS justo cuando más la necesitas!

Lo que encontraron Yasyukevich y su equipo fue que las ondas de choque del Starship transformaron la ionosfera en una especie de “zona neutral”. Imagina que alguien borra parte de una carretera por la que transitan datos de satélites; el caos estaría garantizado.

Este “agujero” superó al que dejó el famoso meteorito de Cheliábinsk, en Rusia, en 2013, el más grande en un siglo, y casi alcanzó al de la erupción del volcán en Tonga en 2022.

Este estudio, publicado en la revista Geophysical Research Letters, pone de manifiesto la necesidad de entender mejor cómo los cohetes y otros eventos pueden afectar la ionosfera. Después de todo, a medida que aumenten los lanzamientos, podríamos enfrentar problemas más frecuentes en nuestras comunicaciones y sistemas de navegación.