El estrés es una de las principales preocupaciones de la vida moderna, afectando tanto la salud mental como física de millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, una nueva investigación sugiere que la dieta podría jugar un papel crucial en la percepción y manejo del estrés.

Según un estudio reciente realizado por un equipo de la Universidad de Binghamton, perteneciente a la Universidad Estatal de Nueva York, seguir una dieta mediterránea podría ayudarte a sentirte menos estresado en comparación con una dieta occidental tradicional.

¿Qué dice la ciencia sobre el estrés y la comida?

La investigación, dirigida por la profesora Lina Begdache y publicada en la revista Nutrition and Health, se centró en cómo diferentes patrones alimenticios afectan la percepción del estrés.

La dieta mediterránea, conocida por su enfoque en alimentos frescos y naturales como frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos y grasas saludables, mostró una clara ventaja en la reducción del estrés percibido.

Así hicieron el estudio

Begdache y su equipo encuestaron a más de 1.500 personas para analizar sus hábitos alimenticios y evaluar sus niveles de estrés percibido.

Los resultados, procesados mediante un modelo de aprendizaje automático, revelaron que aquellos que seguían una dieta mediterránea experimentaban niveles significativamente más bajos de estrés percibido y angustia mental.

Esta información se contrastó con los participantes que consumían principalmente alimentos típicos de la dieta occidental, caracterizada por una alta concentración de productos procesados, azúcar y grasas saturadas, presentaban niveles más altos de estrés.

¿Por qué la dieta mediterránea reduce el estrés?

El vínculo entre la dieta y el estrés puede explicarse en parte por la calidad de los nutrientes que consumimos.

La dieta mediterránea, rica en antioxidantes, ácidos grasos omega-3 y otros nutrientes esenciales, favorece el equilibrio del cerebro y la producción de neurotransmisores que regulan el estado de ánimo, como la serotonina. Además, los alimentos frescos y naturales ayudan a reducir la inflamación, que está relacionada con el estrés crónico y la angustia mental.

En cambio, la dieta occidental, cargada de alimentos procesados y azúcares refinados, puede provocar desequilibrios en el cuerpo y la mente, aumentando la inflamación y afectando negativamente la función cerebral, lo que contribuye a una mayor percepción del estrés.

La profesora Begdache destaca que comprender estos aspectos es crucial para desarrollar estrategias dietéticas que puedan mejorar la salud mental y reducir el estrés en la vida cotidiana.