El pasado jueves Miguel ‘Cheito’ Ramirez sufrió un durísimo golpe. Su padre, de 82 años, falleció el pasado viernes en su hogar en Lo Prado, luego de una caída el día anterior. El actual entrenador de Universidad de Concepción relató el brutal sufrimiento que siente estos días.
En entrevista con Las Últimas Noticias, Ramírez contó que “mi papá estaba con cáncer de próstata controlado hace dos años. El jueves en la mañana se estaba vistiendo y se fue de frente al piso, tuvo una fractura cervical y quedó tendido. Pese a que lo atendieron, quedó vegetal inmediatamente”.
“En el hospital lo intubaron, porque había perdido la conciencia y estaba en riesgo vital. Así que le pusieron medicamentos para mantenerlo con vida y esperar a que yo llegara, ya que encontré un vuelo a última hora para Santiago. Cuando llegué no hablaba. Espero que haya escuchado lo que le dije, que haya estado sin dolor”, agregó.
A las 8:50 de la mañana le dijeron adiós a su papá, luego de que lo desconectaron. Según él, toda la situación fue “muy rápida, por eso estoy en negación. Esto es un dolor nuevo para mí, la muerte de un padre es tremenda, nunca imaginé que sería así”.
La última gran conexión con su papá
Cheito Ramírez relató una particular experiencia que vivió el día jueves, justo antes de enterarse de su accidente. Allí relata que desde Concepción sintió una conexión especial, como si le hubiera llegado un mensaje de su papá a la distancia.
“Estuve con él dos semanas antes en Santiago y me dijo una cosa: tengo lisas mis manos y no porosas como siempre. Para él era raro eso, porque mi papá era súper trabajador, llevaba sesenta años de matrimonio con mi mamá y con sus manos construyeron la casa donde estaban viviendo y donde crecimos con mis tres hermanas, en Lo Prado”, comenzó.
Por esa razón, explicó que ese jueves “me paré en un semáforo, justo me entraba el sol y me vi las manos y eran iguales a las de él. Me acordé de lo que había dicho y ayer volví a acordarme, como que me estaba anunciando que no iba a estar. Era el momento en que estaba viviendo esta situación”.
“Le devolví el llamado a mi hermana, porque yo iba a mi departamento después de entrenar, y me explica que lo estaban llevando al hospital. Mis hermanas y mi mamá me dieron lo mismo, conexiones”, agregó Ramírez.
Según él, “por mi papá quise ser mecánico y hago cosas con mis manos (…) sé hacer de todo. Esa era su forma de decir que cuando uno emprendía algo había que hacerlo lo mejor posible, terminarlo y no dejar las cosas a medias y ser solidario con todos. Nos entregó valores que están en los cimientos de esa casa que construyó. Ha sido súper dolorosa su partida porque no la creo, me siento en el desierto sin saber a dónde ir”.
Ahora ya saben lo que harán con su papá. “Quería ser cremado y lanzado a un estadio o al mar. Creo que lo lanzaremos en San Antonio, porque cuando chicos nos íbamos a pescar jureles al muelle y después los freíamos para comerlos. Ya no me salen lágrimas, estoy deshidratado de tanto llorar. Son procesos, no me puedo contener”, sentenció Cheíto. Mucha fuerza.