Las tribunas de Ñuñoa, Providencia, Machalí, Rengo y Santa Cruz han tenido un sello claro durante los Juegos Parapanamericanos Juveniles Chile 2025: público escolar. En una semana, cerca de 10 mil estudiantes han rotado por las sedes alentando a los Para deportistas y aprendiendo, en vivo, que la inclusión también se practica.

“Los grandes eventos no solo dejan infraestructura o aprendizajes de gestión. Deben dejar, sobre todo, un cambio cultural: integrar desde los derechos y no desde la lástima. Estos Juegos lo demuestran”, señaló el ministro del Deporte, Jaime Pizarro.

El trabajo para tener escolares en las sedes

Nada fue improvisado. El plan educativo diseñado por el Comité Paralímpico de Chile (Copachi), con cooperación técnica de CAF, trabajó previamente con comunidades escolares para que la visita a las sedes no fuera solo un paseo, sino una experiencia formativa: conocer reglas, comprender las clasificaciones funcionales y reconocer el valor del esfuerzo y el trabajo en equipo.

“Han venido escuelas, liceos, universidades y organizaciones. Queríamos que el primer contacto con el deporte paralímpico fuera significativo: que se entienda, se respete y se disfrute”, explica Jorge Zilleruelo, director de Proyectos de Copachi.

Un lindo público ha llegado a los Juegos Parapanamericanos de Chile

El aprendizaje se nota en cancha. En el Centro de Entrenamiento Paralímpico (CEP), legado de Santiago 2023, conviven Boccia y Fútbol para Ciegos. En Boccia, el aliento ruidoso empuja cada lanzamiento; en Fútbol para Ciegos, el silencio permite oír el balón sonoro. Los cursos ajustan su conducta según la disciplina: animan, callan, preguntan; se van con respuestas.

Desde CAF, la lectura es estratégica. Juan Pablo Salazar, gerente de Inclusión, resume: “La inclusión no es un eslogan: es una decisión. El deporte abre caminos porque pone a las personas con discapacidad al centro de la escena y redefine lo posible para todos. Invertir en inclusión es invertir en el futuro de la región”.

El ambiente tiene, además, un protagonista entrañable: Aruco, la mascota oficial, que reproduce el fenómeno de los corpóreos queridos por la niñez. Las filas para la foto son parte del ritual: alegría, cercanía y un recuerdo que viaja de la tribuna a la sala de clases.

Al finalizar cada jornada, los comentarios se repiten: “No sabía que podían ser tan talentosos”, “aprendimos mucho”, “¡son secos!”. Esa es, quizá, la mejor medalla de Chile 2025: una generación que entiende la inclusión no como excepción, sino como norma.