Jackson Martínez estaba llamado a ser el gran goleador que sucedería a Radamel Falcao en la selección de Colombia. Saltó de Independiente Medellín a México y luego al Porto de Portugal, donde se cansó de convertir y se reveló a los ojos de los grandes equipos del Viejo Continente.

En 2015 pasó al Atlético de Madrid, pero no tuvo fortuna y quedó rápidamente rezagado en las prioridades de Diego Simeone. A fines de ese año sufrió una dura lesión ante Chile, por una carga de [[Francisco Silva]] en el 1-1 disputado en el Estadio Nacional por las eliminatorias para el Mundial de Brasil.

Esa noche se le diagnosticó un esguince de cuello de tobillo. Y todo se fue por la borda para Cha-Cha-Cha. No tuvo suerte como colchonero (no volvió a anotar) y no pudo remontar. En 2016 Llegó una oferta de 42 millones de euros desde China chino y buscó renacer al otro lado del mundo.

Pero no solo no o consiguió, sino que su maltrecho tobillo cada vez lo invalidó más. Estuvo un año y medio sin jugar, rescindieron su contrato y las cirugías se hicieron rutina. Encontraron un cuerpo extraño en el talón en 2017, y de nuevo parado por largo rato.

Hoy trata de relanzar su carrera en el humilde Portimorense de Portugal. No le ha ido bien, los dolores no lo dejan entrenar y ni siquiera descansar, como reconoce este miércoles el colombiano en entrevista con el diario Record de Portugal.

"Este calvario no me deja dormir. Cada entrenamiento, cada vez que me meto en la cama para dormir... Casi todas las noches, alrededor de las 3 o 4 de la madrugada como si fuera un reloj, me despierto debido a las molestias en el pie. Después de unos minutos se pasa y me vuelvo a dormir. Lo más fácil sería dejarlo, es una lucha diaria", reconoce.

"Entrenarme tampoco es fácil, no puedo hacerlo dos o tres días seguidos. Me gustaría trabajar con normalidad todos los días pero los médicos y el fisioterapeuta me dijeron que eso era imposible. Sigo un programa específico", completa.

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