La perspectiva sobre lo que podría hacer Guns N’Roses sobre el escenario claramente era incierta. Comentarios llenos de cuestionamientos a su show en Brasil, pero puras alabanzas por lo que sucedió el fin de semana en Argentina. ¿Será el día? ¿Será suerte? En Chile al menos se lanzaron con un show que bordeó las tres horas y repertorio que tenía tanto de clásicos como de cariñitos a los más fanáticos, ya con el horror de los extensos atrasos en el olvido.

Se pudo apreciar un panorama completamente opuesto al que se vivió el primer día de Daddy Yankee, las autoridades aprendieron y mantuvieron un exhaustivo control perimetral en torno al estadio. Carabineros verificaban entradas a una cuadra de los accesos principales. No había autos estacionados a lo salvaje en las calles aledañas como ocurrió en Coldplay y el mar de poleras negras avanzaba velozmente para posicionarse en el Estadio Nacional.

Al igual que lo que hicieron para KISS, la banda chilena Frank’s White Canvas fue la primera invitada de la tarde, se ganó el aprecio de los asistentes. Más tarde Molotov mostró su rock, con tibia recepción para un show con evidentes fallas de sonido, excepto por el enganche que generaron sus temas más conocidos. Puto, la canción que cerró la presentación, fue sin duda la más coreada, en lo que fue una previa al show con Chancho en Piedra en el Teatro Caupolicán.

¿Cómo fue el concierto de Guns N’ Roses en Chile?

A pesar del orden que reinaba en los ingresos, la espera por los estadounidenses animó a los más osados para intentar conseguir una mejor ubicación. Con una cancha general repleta, un individuo saltó la reja que separaba esa localidad de Cancha Frontal, esquivó guardias y cuando estaba a punto de conseguir su objetivo, fue derribado por múltiples representantes de la seguridad. Pero no se rindió, intentó zafarse, pero lo tenían bien afirmado; luchó una vez más, la polera ya había sido rajada. A torso desnudo, se lo llevaron agarrado del cuello despareciendo por una de las puertas. Pero cuando parecía que todo había acabado, celebraciones del público se detonaron cuando, semi desnudo, el sujeto nuevamente apreció corriendo de vuelta para zambullirse y perderse entre la masa. Un triunfo.

El acto de rebeldía fue una de las entretenciones en la espera. Eso hasta que despuntó It’s So Easy, el segundo tema del disco debut de Guns N’ Roses, Appetite for Destruction, que desde hace un largo tiempo es el predilecto para abrir los shows de la banda que el fin de semana no sólo pasó por Buenos Aires, Argentina, sino que también estuvo en Montevideo, Uruguay.

¡Así se vivió Guns N’ Roses en Chile! (Foto: Katarina Benzova)

¡Así se vivió Guns N’ Roses en Chile! (Foto: Katarina Benzova)

Siguiendo con ese disco de 1987, apareció Mr. Browstone para que a continuación dieran un salto a 2008 con Chinese Democracy, el tema principal del disco con el mismo nombre que vino después de muchos años de inactividad y con varios de sus integrantes alejados.

“Es bueno estar aquí”, fueron algunas de las escuetas palabras de Axl Rose a través del show. El hombre no es maestro de ceremonias, ni se dispone a animar al público, entrega lo que tiene y ya está.

Y ya que estamos en esas, ¿por qué no incorporar un cover? Interpretar un tema de otra banda es una apuesta de nostalgia, sensación aún mayor cuando el homenaje es para un emblemático músico fallecido. Los Guns esta vez hicieron en vivo Slither, sencillo que dio a conocer a Velvet Revolver, la banda en que los ahora presentes Slash y Duff McKagan compartieron con el desaparecido Scott Weiland.

Y hablando de homenajes a otros próceres de la música: McKagan salió al show con polera de Lemmy Kilmister, de Motörhead, y Slash con una de Iggy Pop a hacer lo suyo. Tributos de estrellas a estrellas.

¡Así se vivió Guns N’ Roses en Chile! (Foto: Katarina Benzova)

¡Así se vivió Guns N’ Roses en Chile! (Foto: Katarina Benzova)

Un solo de Slash dio la bienvenida a Welcome to the Jungle, la que comenzaría a marcar lo que serían las reacciones de un público más preocupado por registrar esas incombustibles canciones, que de vivir la misma experiencia. Es que la audiencia de la noche fue más bien pasiva, no hubo pasión desatada, sobre todo si se compara con los registros que dejaron los vecinos trasandinos. Allá era pura locura con cada canción, acá apenas se lograban escuetas reacciones con los sencillos de mayor rotación y luego aplausos al final de cada entrega.

Fue después de Better cuando se notó más esa pasividad de los asistentes. Guns entregó Reckless Life + Double Talkin’ Jive y los presentes estaban como de visita en un museo, solo miraban en silencio.

Live and Let Die animó un poco las cosas. Mientras que El gran momento del tecladista Dizzy Reed llegó con Estranged, entre la balada rock y el lado más emotivo de la banda.

Shadow of Your Love recargó las energías, pero de la gente mejor olvidarse, todo pasaba sobre el escenario. Y ante el entusiasmo que le ponían los músicos, hasta Axl admitió: “me adelanté un poco en el primer verso en esa, lo siento por eso”.

¡Así se vivió Guns N’ Roses en Chile! (Foto: Katarina Benzova)

¡Así se vivió Guns N’ Roses en Chile! (Foto: Katarina Benzova)

Rocket Queen le dio el favor a Richard Fortus con su gran solo de la noche, en tanto fue seguido por otra demostración sobre por qué Slash fue y es el principal componente de la locomotora a toda máquina llamada Guns N’ Roses, que luego hizo el himno de Terminator II: Judgement Day (1992), You Could Be Mine.

De Attitude, otro cover, esta vez de Misfits, se hizo cargo Duff en la voz, para que luego Axl se mostrara más cómodo en Absurd, ya sin tanto esfuerzo en las interpretaciones. Es que el vocalista es un ir y venir, su tranquilidad actualmente reside en las notas graves, mientras que sus pesadillas son hoy las altas de su juventud. Pero sería injusto decir que el hombre de 60 años no lo entrega todo. Corre, salta, se cambia el vestuario, lo intenta. Las estrellas envejecen y eso es algo que tanto la prensa como los fanáticos deben admitir.

Hard Skool mantuvo a todos los músicos en sintonía. Pero el momento solemne llegaría una vez que se escuchó el extracto de la película Cool Hand Luke (1967), avisando la interpretación de Civil War, cuyo mensaje antibélico posteriormente fue coronado con Sorry.

Tras la presentación de la banda, el pase fue para que Slash desplegará una cátedra completa en su guitarra. La letanía del público fue cambiada por miradas atentas de admiración ante el despliegue del poderoso tratamiento del hombre de 57 años en el manejo de su instrumento. Una absoluta delicia para presenciar en vivo.

¡Así se vivió Guns N’ Roses en Chile! (Foto: Katarina Benzova)

¡Así se vivió Guns N’ Roses en Chile! (Foto: Katarina Benzova)

Llegó el turno entonces de la canción que el primer semestre se escuchó hasta el cansancio en la promoción de Thor: Love and Thunder, era Sweet Child O’ Mine en vivo y por sus autores.

Entonces, Axl se tomó el piano para hacer una escalofriante interpretación de November Rain, demostrando que aún le queda alma para invertir en una de las canciones más reconocidas de la banda. Y ya con la inspiración hizo un cover de Wichita Lineman, de Jimmy Webb. Para luego invocar a Bob Dylan y seguir en la misma línea con Knockin’ on Heaven’s Door.

Nightrain mandó a la banda a un pequeño receso con la energía a tope, para volver con Coma. El espectáculo se encaminaba hacia el final con Patience, introducida con Blackbirds, de The Beatles, a cargo de Slash, Duff y Fortus.

Dos joyas para el final: Don’t Cry puso los pelos de punta, mientras que el remate fue con Paradise City a lo grande. Tres horas de show con más altos que bajos, para una banda que se encontró con Chile por sexta vez demostrando que, aunque los años pasen, a pesar de sus falencias y que los días de gloria hayan pasado, aún tienen lo suficiente para convocar a las masas.