Con un elegante retraso, el cual sirvió para que se termine de llenar el Movistar Arena, comenzó el show de Rodolfo Páez. Conocido mundialmente como Fito Páez, el argentino es uno de los artistas más reconocidos del continente y tiene a su fiel fanaticada que lo sigue cada vez que visita Chile.

Basta que empiece a sonar “El amor después del amor”, para echarse al público al bolsillo. Es la misma canción que le dio el nombre al álbum más vendido en la historia del rock argentino y que lo tiene recorriendo Latinoamérica con la gira “El amor 30 años después del amor”. La canción suena, pero es recién en la mitad cuando Fito aparece en el escenario y las luces explotan, así como también sus fanáticos de ayer y hoy.

Fotografía: Guillemo Salazar.

Fotografía: Guillemo Salazar.

Siempre vigente

El rosarino es capaz de mantener “El amor después del amor” en sus conciertos. Fito Páez es pasado y presente. Una trayectoria plagada de éxitos que son himnos, pero que en la actualidad no deja de continuar con su camino triunfante. En los últimos Grammy Latinos recibió tres premios: Mejor álbum de pop/rock por "Los años salvajes", Mejor canción de rock por "Lo mejor de nuestras vidas" y el de Mejor canción de pop/rock por "Los años salvajes", con lo que demuestra su vigencia.

Al entonar “Un vestido y un amor”, se llevó la primera gran ovación de la noche. Y eso que ya había sacado bastantes aplausos, pero esa canción en especial produjo el primer gran momento romántico. Uno de los clásicos en donde asomaron las linternas, tal como en el pasado lo hacían las antorchas. “A ver los teléfonos, porque con Coldplay los prenden eh”, lanzó entre bromas el cantante.

Fotografía: Guillermo Salazar.

Fotografía: Guillermo Salazar.

Con “A rodar mi vida”, el Movistar Arena se transformó en un estadio. Los presentes se sacaron los polerones, los más animados las poleras e incluso, un entusiasta usó un banano, todo sirve para agitarlo al viento y corear una de las canciones más exitosas de Páez. Es de esas situaciones tradicionales de sus shows y con la cual se terminó la entonación del álbum "El amor después del amor", que motiva la gira.

Una pequeña pausa, cambio de traje y volvió con himnos como “Al lado del camino”, “11 y 6” y “Circo beat”, que ya son la parte final del espectáculo, pero no menos brillante. Los clásicos son los clásicos. Se va del escenario nuevamente, la gente pide otra, vuelve con un nuevo cambio de vestuario y con “Mariposa tecknicolor” como el cierre de oro a un show redondo de dos horas.

A pesar de los años, el tiempo, los viajes, los kilómetros, las giras, Fito Páez logró dar un espectáculo que hace sentir único, como si no hubieran pasado 30 años del álbum que le da el nombre a la gira. La vigencia del artista es innegable. Probablemente en un tiempo vuelva y su puesta en escena sea similar, sin mayores sorpresas, pero los asistentes volverán a gozar como si fuera la primera vez. “Para mí que es el amor después del amor”.