¿Sabías que los gatos podrían estar más conectados emocionalmente de lo que pensamos? Así lo detalla una reciente investigación de la Universidad de Oakland, la cual ha desafiado la idea común de que los gatos son simplemente independientes y distantes.

El estudio detalla que los felinos pueden experimentar duelo tras la muerte de otro animal en su hogar, ya sea un gato o un perro.

Los gatos sienten el duelo

El artículo, publicado en la revista Applied Animal Behaviour Science, examinó el comportamiento de más de 450 gatos que habían perdido a un compañero animal.

Los resultados mostraron que, cuando un gato pierde a otro animal con el que vivía, puede manifestar varios signos de duelo. Entre estos signos, los investigadores encontraron:

  • Cambios en el comportamiento: Algunos gatos comenzaron a dormir menos, dejaron de comer con normalidad o dejaron de jugar con sus juguetes favoritos.
  • Necesidad de atención: Otros gatos se volvían más dependientes de sus cuidadores, buscando más atención y compañía.
  • Comportamientos de escondite: También se observó que algunos gatos se escondían más o pasaban más tiempo solos.

¿Cómo manifiestan los gatos su duelo?

Los gatos en duelo pueden mostrar comportamientos similares a los que los humanos experimentan al enfrentar una pérdida. Aquí están algunos de los cambios que puedes observar:

  • Menos Actividad: Disminución en el juego y la exploración.
  • Pérdida de Apetito: Menos interés en la comida que solían disfrutar.
  • Búsqueda de Compañía: Mayor necesidad de estar cerca de sus cuidadores.
  • Aislamiento: Pasar más tiempo escondidos o solos.

¿Por qué es importante este hallazgo?

El duelo es un fenómeno conocido en muchas especies, como elefantes y delfines, que realizan comportamientos complejos cuando un compañero muere.

Los investigadores explican que, aunque los gatos pueden no mostrar el duelo de la misma manera que los perros, esto no significa que no sientan tristeza. Los comportamientos observados en el estudio indican que los gatos pueden tener una capacidad significativa para experimentar el duelo, especialmente si han pasado mucho tiempo con el animal fallecido.