El coronavirustiene hoy confinado a Jorge Aravena en el sur. El entrenador de Puerto Montt vive solo en la capital de Los Lagos. “Dijeron que había que estar en cuarentena en casa y aquí estoy: llevo cuatro días encerrado”, reconoce el Mortero en diálogo con RedGol.

Pero el aislamiento no le impedirá celebrar su día especial. Este martes se cumplen 35 años del famoso “gol imposible” que le marcó a Uruguay por eliminatorias en el Estadio Nacional y el recuerdo se hace más palpable.

“Desgraciadamente por el problema que estamos sufriendo está parado el fútbol y evidentemente uno se empieza a acordar de cosas anteriores. Mire la importancia que ha de tener, que 35 años después todo el mundo se acuerda de él”, asegura.

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Fue un gol histórico. Aravena tomó la pelota para ejecutar un tiro libre desde la derecha, casi como un córner corto, con la barrera uruguaya encima y el gigante Rodolfo Rodríguez en el arco. El balón sorteó la muralla celeste y se metió en el ángulo. Imposible.

“Yo hice muchos goles en mi carrera profesional pero evidentemente este en particular me marcó para siempre. Porque además de la dificultad, nadie lo pudo repetir. No ha habido nadie que lo haga desde una posición como esa o con más dificultad aún”.

¿Ha visto su gol últimamente?

“Yo ando por la calle y viene una persona y me dice ‘¡mire, oiga, su gol, su gol!’ y me lo muestra en Youtube. Lo veo permanentemente. La gente es muy atenta y cariñosa y de repente va un matrimonio o un papá con su hijo más joven, y me llaman, me muestran el gol, conversan conmigo un rato y se toman fotos”.

¿Le ayudó tener el pie relativamente pequeño?

“Yo calzo 39 y la posibilidad de ganar superficie de contacto es altísima. Puedo meter todo el pie y le puedo pegar con todo el empeine porque no tengo problemas de darle al piso, a diferencia de un jugador con el pie más grande. Uno tiene mucho más superficie de contacto con el balón y la posibilidad de poder jugar con el tobillo es más alta”.

¿Entrenaba mucho ese remate?

“Yo siempre me entrené rematando tiros libres o balones en movimiento, para tratar de aprender a pegarle a la pelota. Me entrenaba desde diferentes ángulos, diferentes sectores. Incluso metiendo goles olímpicos. De hecho, yo en Talcahuano hice un gol olímpico pero desde el otro lado, pegándole con el borde externo. Y en España también hice uno, se lo hice a Paco Buyo, que jugaba en el Sevilla”.

Se merece un festejo en su día, una rica comida…

“No soy muy brillante en la cocina pero qué le vamos a hacer. Hoy es mucho más fácil: fui al súper y compré cosas que estuvieran listas, no es tan difícil. Las meto al horno y están listas en 15 minutos. Pero hacer cazuela ni en sueños, no cacho. Y sí mucha fruta: me compré un montón de manzanas, peras y duraznos”.

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