Las imágenes superan a cualquier deporte extremo. Se cumplen 72 años desde que el capitán del Ejército Alfredo Larraguibel y su caballo Huaso batieron el récord mundial de salto en equitación con un registro de 2,47 metros en Viña del Mar, y aún parece increíble.

El destacado deportista chileno brilló en un concurso internacional ecueste realizado en el Regimiento Coraceros de la Ciudad Jardín, donde superó la marca que había establecido en 1938 el jinete italiano Antonio Gutiérrez a bordo de Ossopo.

"El momento más difícil fue la cúspide del salto. Mis ojos estaban a cuatro metros de altura y tenía la sensación de caer en picada". Alfredo Larraguibel

Huaso fue un FSI que nació en 1933. El colorado purasangre pertenecía al criadero Las Mañanas y fue bautizado como Faithful cuando llegó al mundo como resultado de la cruza entre dos caballos de carreras, Henry Lee y Trémula.

Pese a su origen, Faithful no brillaba en los hipódromos, por lo que fue vendido a un club de polo. No pudo adecuarse a la rudeza del deporte y fue adquirido por el Ejército de Chile, donde se inició en el adiestramiento, nuevamente sin grandes éxitos.

En ese momento, el animal se clavó un fierro en las nalgas, lo que llevó a que se sugiriera su sacrificio. Pero lo tomó el capitán Alfredo Laraguibel, que lo comenzó a entrenar en el salto y le cambió su nombre a Huaso. Fue el inicio de la historia eterna.

La gloria eterna de Huaso y Alfredo Larraguibel
 

Lo que pasó el 5 de febrero de 1949 esta inmejorablemente descrito por el mismo Larraguibel, que relató cada uno de los pormenores de la gloriosa jornada. Ahí da cuenta de la íntima relación que tenía el binomio, un conocimiento que le daría el récord mundial.

"Me dirigí a la cancha y en la entrada noté mucho nerviosismo, todos me apuraban. Me fui a la nave y ordené al soldado caballerizo que me siguiera e hiciera todo lo que yo le ordenara. Le dije: dale una vuelta al caballo alrededor de la pista y déjalo y que coma algunas hojas si quiere. Así lo hizo, y el caballo, nervioso, le dio tarascones a las matas de cardenal que cuidadosamente adornaban el recinto", recordaba el jinete chileno.

"Dimos una vuelta más, mientras todos insistían en que yo montara. Deseaba que el caballo viera al público y se tranquilizara. Ante tanta insistencia, no me quedó más que subir a mi cabalgadura, lo que hice con toda calma", continúa el relato de Larraguibel.

"En el primer intento, Huaso rehusó. Si lo hubiera huasqueado, se habría puesto nervioso, porque un animal se da cuenta cuando se le está pidiendo algo superior a sus fuerzas. En el segundo intento debo haberme equivocado en un centímetro, porque Huaso pasó las manos, pero rozó con el vientre y las patas, botando la vara", explicaba.

"Volví a desmontar y a medir las distancias, una y dos veces; el Mayor Montti se colocó en un lugar determinado para dar el 'ya' desde donde debía empezar a apurar el caballo. Lo conduje por última vez frente al salto, le hablé, lo acaricié, le transmití toda mi fuerza y mi fe y le dije: 'Huaso, esta es nuestra oportunidad. Ahora o nunca'", graficaba.

"Entonces picó justo donde me lo había fijado y en un accionar mágico de elasticidad, potencia, decisión y armonía, voló por el aire, salvando el obstáculo con cero faltas", sentencia para llegar al récord mundial de 2,47 mt.

Lo que viene transporta hacia el mismo instante del registro. "El momento más difícil fue la cúspide del salto. Mis ojos estaban a cuatro metros de altura y tenía la sensación de caer en picada. La más leve vacilación en mí, Huaso la habría sentido. Habría dejado sus patas atrás y hubiéramos rodado juntos".

"Pero pasamos. Fue un momento eterno. No escuché un sólo grito. Y pensé que algo había salido mal aunque no sentí caer las patas". En ese momento, la banda del ejército comenzó a intepretar el Himno Nacional de Chile. Y no era para menos: Huaso voló hacia el cielo.