La tarjeta roja que recibió Matías Sepúlveda en el minuto 60, en el triunfo de Universidad de Chile por 1-0 como visitante ante O’Higgins, era para salir del estadio El Teniente en completo silencio.
Pero el Tucu demostró toda su humildad como jugador dentro y fuera de la cancha, porque en su mochila llevaba un regalo que alguien esperaba por años y que en su mejor momento se encargó de cumplir.
En una puerta, que separaba la zona de camarines con el exterior, estaba Jaqueline Dinamarca, una guardia que debía impedir el paso de hinchas y abrir la puerta para que los jugadores abandonaran el recinto.
Fue en ese momento cuando el Tucu se encontró cara a cara con la mujer. Abrió su mochila y le entregó el esperado regalo, el que aguardaba desde cuando el jugador daba sus primeros golpes a la pelota en el Monasterio Celeste.
El regalo del Tucu Sepúlveda
Jaqueline Dinamarca, quien es hermana del jugador histórico del fútbol chileno, Mauricio Dinamarca, es guardia en los partidos de O’Higgins en el estadio El Teniente.
Por años trabajó en el Monasterio Celeste, donde conoció a un niño Matías Sepúlveda, quien le había realizado una promesa: “Me dijo que un día me regalaría una camiseta”.
Pasaron los años, el Tucu dejó O’Higgins, pero el tiempo y el fútbol se encargaron de reencontrarse nuevamente en Rancagua, donde se cumplió el regalo, aunque con la camiseta de la U.
“No me lo esperaba”, le decía la mujer a sus compañeros que la miraban con cara de felicidad. Ella no tuvo problema en mostrar su mejor regalo, uno que ahora se guarda en su hogar y en el corazón.
