Pocos nombres generan tanta incredulidad en la historia del tenis como el de Kelly Evernden. Neozelandés, nacido en 1961 y sobreviviente de un accidente de tránsito que casi le cuesta la vida a los 16 años.
Su corazón se detuvo dos veces, sufrió múltiples fracturas y, como si fuera poco, le removieron un pulmón. Pero no solo vivió para contarlo, sino que terminó jugando los cuartos de final de un Grand Slam.
Fue en el Australian Open de 1987 donde todo cambió. A punta de garra y revés, Evernden dejó en el camino a cuatro rivales, incluyendo a Johan Kriek, dos veces campeón del torneo. En esa edición, se metió en la misma ronda que leyendas como Ivan Lendl, Stefan Edberg y Pat Cash.
El “joven guerrero” que no aceptó límites
Su nombre maorí, que significa “joven guerrero”, parecía una profecía. Contra todo pronóstico, Kelly no solo volvió al deporte profesional tras el accidente, sino que además alcanzó el puesto 31 del ranking ATP, ganó títulos en singles y dobles, y se convirtió en ícono del tenis neozelandés.
¿Y su único pulmón? Ni lo sintió. “Me he hecho mediciones de CO2 y movía tanto o más oxígeno con un pulmón que con dos. No creo que al final haya sido un impedimento”, confesó años después.
Nada mal para alguien a quien el tenis le dio una segunda vida o quizás una tercera.