Tal como Alexis Sánchez y Charles Aránguiz, Eduardo Vargas se formó en Cobreloa, club al que llegó en 2005 tras ganar un reality de fútbol donde compartió pantalla con Felipe Seymour, quien sería su compañero años más tarde en Universidad de Chile en 2010.

Pero los primeros pasos de Turboman fueron con la camiseta naranja, con la que debutó profesionalmente a los 17 años, para convertirse en la nueva joya que despuntaba en Calama tras la partida de Alexis Sánchez.

Pero mientras todos esperaban que Edu fuera el nuevo Niño Maravilla, una familia calameña prefería considerarlo como un hijo. Eran los Castro Arancibia,verdadero respaldo en el inicio de su carrera, y hasta hoy testigos de una carrera sensacional.

Adriana, la matriarca de la familia, se confiesa con Redgol con los ojos se llenan de lágrimas. Vargas es verdaderamente un hijo para ella y así también lo sienten su marido Rene Castro y sushijos René Jr, Felipe y Sebastián.

Eduardo Vargas creó un lazo muy fuerte con la familia calameña Castro Arancibia (Álbum Familiar)

“Eduardo vivió aquí en 2005, cuando llegó. Él jugaba en Cobreloa y ahí era amigo de René, mi hijo mayor, porque andan por ahí en la edad. Se hicieron amigos y empezó a venir a la casa, a ver los partidos, a compartir con los niños y así fue avanzando la la relación“, confieza.

La mujer calameña recuerda que “Eduardo después venía muy seguido y pasaba mucho tiempo acá. En ese entonces estaba en la casa de los cadetes, pero era muy amigo de los niños y se empezó a quedar a acá… a quedar, a quedar, a quedar hasta que un día pescó toda su ropa y se vino con todo”.

¿Se invitó solo?”Jajajá…no. Es que ya empezó a tener otra relación, era como hijo ya, pasóa ser un hijo más. Empezó a darse esta situación hasta que él decidió vivir con nosotros y bueno, yo feliz”, reconoce Adriana.

A diferencia de Alexis, Vargas no estaba todo el día pensando en fútbol. “No era todo el día pelota. Me recuerdo cuando mi esposo se iba a trabajar y a él le tocaba entrenamiento, lo iba a dejar.Después lo iba a buscar o se venía a pie y jugaba con los niños al fútbol, jugaba al Play (Station), era una súper buena relación”, cuenta Adriana.

Sánchez y Charles Aránguiz peloteaban en la villa Kamac Mayu, y la “madre calameña” de Vargas asegura que Turboman también “iba a jugar pichangas con ellos”, pero que también había espacio para otros deportes.

“Acá somos todos deportistas y nosotros jugábamos básquetbol. Íbamos a jugar con Alexis, con Charles, Edu y un equipito de básquet que hacíamos con los niños. También vóleibol y baby fútbol. Charles era muy amigo de Edu y vino en un par de oportunidades a la casa”, detalla.

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El menor de la familia, Sebastián, compartía habitación con Edu Vargas. “Les muestro videos a mis amigos para que me crean que soy como hermano del Edu. Él siempre mostró que iba a llegar, sobresalía mucho, era perseverante, no faltaba a entrenamientos ni nada”, confiesa.

El más chico del clan asegura que “eso es lo que tiene Eduardo hacia con nosotros siempre, el contacto nunca se ha perdido. Cuando podemos lo vemos, cuando venia por la U lo íbamos a ver al hotel”, destaca.

“Los niños le han seguido toda la carrera porque han ido a todos los partidos en Chile y también para la Copa América en Brasil. En verdad, ellos son los que tienen más contacto con él. Felipe, que es el del medio, viene justamente viajando a ver el partido. Pertenece a La Marea Roja y el tiene mucho contacto con él, lo sigue a todos lados y es partner partner”, agrega Adriana.

Un pedazo de malla del arco sur del Estadio Nacional el día que Chile ganó la Copa América 2015, es uno de los tesoros familiares (Cristopher Antúnez – Redgol)

Respecto al plato favorito de Eduardo Vargas, Adriana nos asegura que “le gustaban mucho las papas fritas con vienesa. Era bueno para meterse a la cocina. Él bajaba, abría el refrigerador y me preguntaba porlas vienesas, después iba a buscar y no tenía nada ¡si se las comía todas!Era bueno para las frutas e iba al Pollo Andino, ibamucho a comer comida chatarra, pero de repente, porque igual se cuidaba mucho la alimentación”.

Entre los sueños de Turbomán, uno se cumplió rápidamente. “Él quería jugar en la U, que era el equipo de sus amores. Después se le fueron dando las cosas y salió, pero se veía que iba a triunfar porque era un chico muy perseverante, también muy ordenado, se desordenaba acá con los niños, pero se refugiómucho en nosotros, le dimos mucho cariño”, recuerda

La matriarca levanta de inmediato las cejas cuando se le consulta si Edu cambió con la fama y el éxito. “Nooo, nunca, nadaaaa, nunca nunca… mi hijo y Edu se tratan de hermanos. Antes de la pandemia, íbamos a Santiago, a Pinto Duran. Conversábamos con él, nos iba a ver, el contacto esta muy cerca”, puntualiza.

Y finalmente, el joven Sebastián recuerda una anécdota que retrata la versión más regalona del delantero de la Roja. “Cuando se operó teníamos hartos roces. Éramos los más chicos y todos venían a ver al Edu. Y yo, envidioso de cabro chico”.

“Me acuerdo de que el Edu estaba recién operado de la rodilla, se puso a molestar y le pegué en la rodilla mala, como dos días después de que fuera operado. Le pegué yo y el Edu se quejaba y se quejaba… y me pegó un combo. Pero como el Edu era regalón, mi mamá y mi papá me retaron: ‘¡Para qué le pegas!'”.

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La imponente colección de camisetas de Eduardo Vargas que posee la familia Castro Arancibia (Cristopher Antúnez – Redgol)