Hace un año, Camila Pérez (10) se trazó una meta clara: como joven exponente del Kung Fu, quería competir en un certamen internacional, representar a Chile y subirse a lo más alto del podio. El reciente fin de semana, en Phoenix, Arizona, cumplió con creces su anhelo: la estudiante del Colegio Mayor de Peñalolén se coronó bicampeona mundial en el Campeonato USKA 2025, uno de los torneos de artes marciales más importantes a nivel global.

Camila se impuso en las categorías de defensa personal y formas por equipo (manos libres). Además, sumó dos segundos lugares, en formas por equipo con armas y formas individuales manos libres. Por si fuera poco, también firmó un tercer lugar en combate.

“Cumplí mi sueño. Me gustó haber sido campeona mundial, fue una experiencia muy bonita”, comenta desde Estados Unidos la joven, quien pudo reponerse a los nervios que sintió por su primera competencia internacional. “La disciplina me enseñó que uno nunca debe rendirse, y que siempre hay oportunidades para lograr lo que uno se propone”, agrega.

La historia de Camila

Camila entrena desde 2020 en la escuela Wai Kung Pa’i, donde fue formada por el maestro Mauricio Farías y guiada por su padre, Cristián Pérez, también instructor de Kung Fu. Su rutina incluye tres sesiones semanales, de 19:30 a 22:30 horas, que equilibra con su actividad escolar y otras actividades deportivas.

Para su madre, Edith Barra, el orgullo es total. “Había niños muy buenos en el campeonato, pero ella supo controlar la ansiedad y la frustración. Estuvo en casi todas las categorías en el podio. Estamos súper orgullosos de ella”, señala, y destaca el apoyo que ha tenido su colegio para su formación deportiva.

Cristián, su padre, vivió la competencia con la doble tensión de ser entrenador y papá. “Camila hizo exactamente lo que practicó durante todo el año. Entrenó muchas noches hasta tarde y aun así rindió en el colegio. Este logro es un reconocimiento al esfuerzo y la constancia”, afirma.

Residente en Peñalolén, Camila es cinturón verde en Kung Fu, forma parte de la selección de atletismo de su colegio y ha practicado también vóleibol. Alegre, disciplinada y soñadora, dice querer ser veterinaria cuando grande, aunque por ahora, su mirada está puesta en el tatami. “Si vuelvo, mi meta será ser campeón de campeones y ganarme el trofeo grande”, proyecta la niña que ya hizo historia.