Si las películas sobre la Segunda Guerra Mundial se han visto por montones en el cine, las que critican un hecho político o buscan retratarlo desde un estilo “bélico” son aún más comunes.

Por lo mismo, La Zona de Interés de por sí ya cumplió con todo lo necesario para tenerla en los Oscar y en uno de los grandes estrenos del verano en Chile.

Desde este 15 de febrero llega a la cartelera en los cines del país, producción nominada a Mejor Película y Mejor Película Extranjera. ¿Por qué? aquí te lo contamos.

¿De qué se trata La Zona de Interés?

Viajando a los inicios de 1940, seguimos a una familia alemana nazi, con un gran hogar y un paisaje de ensueño. Pero que junto a ella, existe un campo de concentración de Auschwitz.

El punto de la cinta es que vemos sin grandes explicaciones o situaciones explícitas, cómo conviven con naturalidad junto a un lugar de matanza y atrocidades de la época de parte de los nazis a los judíos.

Nubes de humo mientras los niños juegan, gritos desamparados cuando duermen o repartirse la ropa de cientos de asesinados. Tan atroz como crudo, La Zona de Interés muestra una perspectiva distinta y profunda de uno de los hechos más terroríficos de la historia.

Qué hace a La Zona de Interés tan especial

¡Atención! A continuación hay spoilers de La Zona de Interés. Si aún no la ves y no quieres enterarte, sigue leyendo cuando la hayas visto si no te importan los spoilers.

Hay una forma de querer explicar la crudeza y falta de compasión de los nazis en la etapa de la Segunda Guerra Mundial. No es mediante la violencia, que ha sido la forma más obvia que existe y que ha rendido frutos para demostrar el punto.

Pero innovar en esto hace especial esta película. Ya que no es la violencia explícita el método, sino la violencia de la indiferencia y la naturalidad.

Una temática que hoy está muy presente en Chile como la violencia y cómo se vive en medio de ella. Durante las guerras mundiales no era todo tragedia, no vivían entorno a la matanza de judíos, algo que quiere retratar La Zona de Interés en cómo se vive cuando lo que pasa al lado realmente no te importa y es tan natural.

La naturalidad en medio de un ambiente cruel, nada acorde a la “ingenuidad” que tienen los niños de la casa.

La naturalidad en medio de un ambiente cruel, nada acorde a la “ingenuidad” que tienen los niños de la casa.

De por sí la actitud era fría de los nazis de la época ante las atrocidades que cometieron o aceptaron; pero aquí se retratan de forma increíble. De una manera muy inteligente, te muestran constantemente dos escenarios.

Los de una familia feliz pero con miles de judíos siendo asesinados de fondo. Pero nada cambia para esta gente, que tiene en su punto más expresivo cuando el padre, uno de los generales de Auschwitz, debe irse y la madre no quiere porque viven en el “paraíso”.

Vemos de a poco la maldad de estas personas, la frialdad y crueldad como realmente fueron. No hay caricaturas, solo cómo una familia enfrentaba la vida de violencia de la forma más desinteresada posible.

Daba lo mismo que al lado mataran judíos, lo importante era lo amplio del jardín. Y con un final aún más crudo, donde el pasado y el presente se unen en una de las analogías más potentes de la película.

Explicación del final de La Zona de Interés

Quizás el final es lo más complejo de entender, considerando que otras referencias son más claras dentro de lo implícito. Pero hay dos puntos claves en el final que tienes que conocer.

Lo primero, y es algo que viendo la película no le había dado mayor interés, es a las arcadas que tiene el protagonista Rudolf Hoss. Esto porque no son casualidad, sino una forma de expresar lo repulsivas que son sus acciones.

El director de La Zona de Interés, Jonathan Glazer, ha explicado en entrevistas que quería demostrar que pese a la actitud de los protagonistas de ignorar lo horrible de sus acciones, incluso el cuerpo sí tiene una reacción natural.

Sentir asco o ganas de vomitar con lo que está haciendo Rudolf es una forma de demostrar que hasta su cuerpo rechaza sus acciones; y la arcada es una forma gráfica de demostrar ese rechazo aunque él no lo piense así.

Lo otro es este salto en el tiempo, de mirar en el pasillo en el edificio en el que se encuentra Rudolf, a mirar el museo de Auschwitz, con todas las muertes que ocurrieron ahí y los rezagos que quedaron.

Es mostrarle al protagonista cómo será el futuro, lo que le depara no solo a los nazis, sino a las víctimas y el legado de atrocidades que quedarán.