Sin Aliento (Sous Emprise) se llama la película francesa que se ha convertido en todo un éxito en Netflix. Recientemente debutó en el catálogo del servicio y rápidamente ingresó a las tendencias, alzándose hasta el primer lugar de las preferencias de los usuarios no sólo en Chile, sino que en múltiples países del mundo. Pero,¿es ésta una historia de la vida real? ¿Cuál es la tragedia que inspira la popular película? En RedCarpet de RedGol te contamos…
La película se centra en la historia de Roxana Aubrey, quien decide dejar sus estudios y escapar de su vida en París para tomar un curso de buceo libre en el sur de Francia. Rápidamente se ve arrastrada en una destructiva relación con su instructor.
Más precisamente, Netflix la describe como un “drama romántico de gran impacto visual, [en que] una joven con un talento excepcional se sumerge en un profundo y destructivo amor con su instructor de buceo en la especialidad apnea”.
En el fondo, la película dirigida por David M. Rosenthal y protagonizada por Camille Rowe y Sofiane Zermani ofrece la combinación perfecta entre protagonista femenina, historia de atractivo sensual y un exploración idílica abruptamente interrumpida por la tragedia.
Básicamente, una golosina para el público masivo que tanto ha disfrutado con trilogías como la de 365 Días.
Sin Aliento | ¿Cuál es la trágica historia que inspira el éxito de Netflix?
Y sí, la película es la dramatización de una historia real, en particular de la buceadora francesa Audrey Mestre, quien se especializaba en el buceo libre, buceo a pulmón o apnea, también conocido en inglés como freediving.
La disciplina es considerada un deporte extremo que consiste más precisamente en la suspensión voluntaria de la respiración dentro del agua mientras se recorren largas distancias o se desciende hasta grandes profundidades.
Nacida el 11 de agosto de 1974 en Saint Denis, Audrey era hija y nieta de pescadores submarinos. Siempre vinculada al mundo acuático, ganó su primera medalla de oro en natación a los 3 años. Más tarde, a los 13 años comenzó a bucear.
La familia de Audrey se instaló en México a mediados de los 90’s, país donde ella realizó sus estudios en Biología Marina.
Un día, Mestre acudió hasta Cabo San Lucas para practicar buceo libre. Fue allí donde conoció a Francisco Pipín Ferreras, quien sería su futuro marido y entrenador.
Para 1996, la pareja se trasladó a Miami donde Ferreras se esforzaría aún más como instructor de Audrey, inculcándole un interés casi obsesivo por el buceo libre. Un año después la mujer batió su primer récord en la isla Gran Caimán, se sumergió hasta los 80 metros.
En 1998, Audrey superó esa marca al llegar a los 115 metros, pero nunca le fue reconocido, porque no hubo institución que certificara el descenso que sólo hizo con Ferreras. El 13 de mayo de 2000 cambió esa situación sumergiéndose a 125 metros de profundidad en la Isla de La Palma, España. Era oficial y estaba zanjado.
En 2002, llegó a los 130 m de profundidad en tan sólo 1 minuto y 56 segundos, con lo que fue tildada como “la quinta persona a nivel mundial en realizar la inmersión más rápida”.
Pero el hito más importante vino cuando alcanzó los 171 metros de profundidad en apnea, ese fue el día en que murió. El 12 de octubre de 2002, Audrey Mestre rompió el récord femenino establecido por Tanya Streeter de 160 metros, pero no pudo volver viva a la superficie para celebrarlo.
El incidente ocurrió en Bayahíbe, República Dominicana, cuando Mestre estaba sujeta a un peso de 90 kilos montado en un cable de acero para ayudarla a llegar a la profundidad deseada.
Sin embargo, en el camino hacia la superficie tras conseguir el objetivo de su inmersión, se desmayó a una profundidad de 91 metros. Usualmente, en este deporte se desciende con lastres y se asciende con un globo o chaleco con aire comprimido. Al intentar accionar el globo, el mecanismo falló.
Pascal Bernabé, un buzo de seguridad para la competencia, se percató de la situación y activó un dispositivo inflable de emergencia que la llevó rápidamente a la superficie. Él no podía subir con ella porque la descompresión se lo impedía.
Pero no hubo caso. Ferreras trató desesperadamente de revivirla usando respiración boca a boca, pero ya era demasiado tarde.
La joven francesa murió a los 28 años, ahogada después de pasar 8 minutos y 41 segundos sumergida, cuando su bajada debería haber tomado apenas 3 minutos.