A Memo Garrido le quitaron su voz para fabricar una estrella infantil de la música latina a principios de los 90’s. “Nadie Sabe Que Estoy Aquí” lo muestra décadas después, viviendorecluido al sur de Chile, prácticamente aislado del mundo. Perola inesperada aparición de Marta lo obliga a afrontar el confuso accidente que destruyó su carrera profesional.

La nueva película chilena de Netflix parece un esfuerzo por responder a la incógnita sobre qué se esconde detrás de los artistas. La mayoría de las veces la realidad del talentono coincide precisamente con el imaginario que tienen los fanáticos de él o ella, por eso es preferible mantener una sana distancia de la figura de idolatría. Pero,¿qué pasa cuando la persona que conociste nunca fue el verdadero artista?

Cruzando esa línea de privacidad nos adentramos en la vida frustrada de un cantante “fantasma”que vive a medio camino entre un refugio aislado en medio de la naturaleza y los destellos de fantasía que le provoca su sueño jamás cumplido. La película te pasea por paisajes de imponente belleza -expuestos por el ojo experto de un director de fotografía como Sergio Armstrong- en un contrapunto a la prisión psicológica que el protagonista se autoimpuso para renegar de sus traumas y errores pasados.

Memo (Jorge García) junto a su tío (Luis Gnecco) en

Memo (Jorge García) junto a su tío (Luis Gnecco) en

Los pocos diálogos de Memo funcionan a la perfección para retratar una personalidad contraída, que transmite más con sus silencios y gestos que con su verbalización, y es que, claro, lo despojaron justamente de ese potencial comunicativo. Ternura y resentimiento se canalizan al mismo tiempo para conocer la protagonista de esta sólida opera prime del director Gaspar Antillo.

Algo esconde, pero lo vamos descubriendo a la par junto con su proceso de autosanación. Solo le faltaban los detonantes precisos para encaminarse -como Marta- y eso es lo que atendemos a lo largo de la película: la vía para sacarse un peso de encima; un muerto que le cargaron, pero que nunca fue de su completa culpa. En el fondo, un reconocimiento introspectivo.

Memo junto a Marta (Millaray Lobos) en uno de los momentos catárticos de

Memo junto a Marta (Millaray Lobos) en uno de los momentos catárticos de

Pero la pista no está libre en dirección a la meta. En el recorrido descubrimos que hay fuerzas despiadadasy tergiversadoras de la realidad, para operar sobre mentiras y mantener la ilusión. Se vuelve a desnudar entonces una industria a la que sólo le preocupa la estética y deja de lado el verdadero valor de la sustancia artística. Lo plástico y artificial es lo primordial por sobre lo visceral y auténtico. Porque, obvio, la verdad no puede arruinar una buena historia.

Al contrario de lo que sucede en otras entregas, el arrebato que llega a quebrar el panorama no irrumpe con violencia si no con un intenso encanto para el remate. “Nadie Sabe Que Estoy Aquí” es todo un viaje de la oscuridad a la luz, de la indiferencia a la tensión pasajera pero liberadora. Una película pequeña, íntima, pero potente y carismática a su propio modo. Un bonito testimonio de una víctima de la frivolidad.