En medio de una mar de opiniones en favor o en contra, la revista inglesa The Economist hizo un llamado a votar Rechazo en el plebiscito del próximo domingo 4 de septiembre para decidir si tenemos una Nueva Constitución o se mantiene la  Carta Magna creada en la dictadura de Augusto Pinochet.
En la opinión "Los votantes deben rechazar el nuevo proyecto de constitución de Chile", la publicación apuntó que "el borrador es un embrollo confuso, lleno de un lenguaje impreciso que garantiza más o menos décadas de disputas sobre lo que realmente significa”.
Entre lo destacable asoma que "el documento exige la devolución de algunas competencias a las regiones, y daría a los indígenas el derecho a ser enseñados en sus propias lenguas en las escuelas”.
Pero las críticas son varias empezando con que “la ‘naturaleza’ tendría derechos. El proyecto menciona el ‘género’ 39 veces. Las sentencias judiciales, la policía y el sistema nacional de salud tendrán que funcionar con una ‘perspectiva de género’, que no define”.
Y asegura que “el documento es mucho menos favorable a las empresas o al crecimiento que la Constitución actual. Da a los sindicatos el derecho exclusivo a representar a los trabajadores, les garantiza la participación en la toma de decisiones de las empresas y les permite hacer huelga por cualquier motivo”.

¿Qué dijo de la actual Constitución?

The Economist apunta que “la antigua Constitución chilena no era perfecta. De hecho, ha sido modificada casi 60 veces. Pero comparada con la que se propone sustituir, es un modelo de claridad. Y lo que es más importante, el antiguo proyecto de Gobierno funciona. Desde que se restauró la democracia, Chile ha sido un éxito latinoamericano. El PIB por persona se ha triplicado desde 1990 y la pobreza ha disminuido”, añadiendo que “en lugar de desechar la vieja Constitución, los chilenos deberían desechar la nueva. Cuando el proyecto se someta a referéndum en septiembre, deberían rechazarlo. La constitución actual se mantendría, y el Congreso mantendría el poder de revisarla gradualmente, por ejemplo, para facilitar la construcción de un fuerte Estado de bienestar. Este enfoque puede sonar poco inspirador para quienes salieron a las calles en 2019 y 2020. Pero a largo plazo es mucho más probable que haga que Chile sea próspero y gobernable”.