Serge Gnabry es de esos jugadores que dan la vuelta larga antes de triunfar. Surgió de la cantera del Stuttgart, saltó al Arsenal con solo 16 años, debutó como profesional en la Premier League y estuvo a préstamo en West Brom antes de regresar a Alemania.

Mucho tuvo que ver el hecho de haberse convertido en el goleador de los germanos en los Juegos Olímpicos de Rio. De vuelta en su país, jugó para Werder Bremen y Hoffenheim antes de dar el salto al Bayern Múnich. Y recién tiene 24 años.

Pero sabe bien lo que quiere en el fútbol y en especial, tras el regreso de la Bundesliga después de la emergencia sanitaria, se resiente ante la falta de público en los estadios y reconoce que todo es "completamente extraño".

"Creo que es el hecho de que estás acostumbrado a tener tanto ruido a tu alrededor, mirando alrededor, viendo a la gente, viendo a los fans y a ellos animándote, te dan esa energía especial que tienes en el juego, esa adrenalina que corre por tu cuerpo", asume.

Y se lamenta: "No tener eso es realmente difícil, casi se puede decir que se siente como un juego amistoso, sólo porque normalmente tus partidos son con tanta gente, y ahora es como un partido de entrenamiento donde juegas 11 contra 11 con tu propio equipo".

De todas formas, ha tenido que estar a la altura y tuvo una buena actuación en el debut ante Unión Berlín. Este sábado, el Bayern necesita la victoria en casa ante Frankfurt para mantener a raya al Borussia Dortmund, segundo a cuatro unidades de los bávaros.

"Obviamente, una vez que suena el pito quieres marcar un gol, quieres hacer todo lo que haces en el juego de todos modos, pero es sólo que... no sé cómo expresarlo realmente. Es diferente, pero una vez que suena el pito todos queremos ganar", completa.

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