Chile tuvo grandes actuaciones invidivuales, como los casos de Claudio Bravo y Paulo Díaz, y en menor medida de Alfonso Parot y Claudio Baeza. Pero impuso su fútbol a cuentagotas, ante un rústico equipo argentino.
El primer tiempo no tuvo un equipo dominante, pero sí la pierna fuerte. El árbitro Jair Marrufo no pudo imponerse con tarjetas y el vértigo le ganó a la precisión.
Bravo dio muestras de autoridad con las manos y su educado pie, pero la falta de hilación en la zona medular y la marca recargada sobre Alexis Sánchez.
Apenas un par de llegadas, remates de Paulo Dybala y Charles Aránguiz, fueron la expresión ofensiva de dos equipos que evidenciaban su actualidad en rodaje.
En el complemento, Chile desplegó sus naves. Especialmente por la derecha, luego de la salida de Ángelo Sagal encontró asociación entre Óscar Opazo y César Pinares.
El mediapunta de Universidad Católica tuvo la mejor del partido con un remate al travesaño previo centro de Eduardo Vargas.
Luego se convirtió en asistente de Alexis, Vargas y Diego Rubio, pero sin fortuna. El partido perdía tono y Chile llegaba mejor parado al tramo final, aunque se quedó en las intenciones.
Rueda aprovechó de dar la vuelta a la banca y probó con el estreno absoluto de Tomás Alarcón y la presencia de Diego Rubio e Ignacio Jeraldino para abonar el recambio.
Pero el duelo terminó en un resultado que deberá aquilatar Reinaldo Rueda para su objetivo final en las eliminatorias para el Mundial de Catar, y que tendrá su segundo acto el martes ante Honduras en San Pedro Sula.