Kenita Larraín en modo zen y reconciliación: "Solucionamos lo de Marcelo Ríos, ahora me falta Bam Bam Zamorano"

Hace más de 20 años, casi 21, todo Chile estaba a la expectativa del 14 de febrero de 2003. Ese día, Iván Zamorano y María Eugenia Larraín contraerían matrimonio, pero el casamiento se suspendió abruptamente 48 horas antes de la ceremonia con el fin de la relación y el distanciamiento total de la pareja.

Este viernes, Kenita Larraín será protagonista de un nuevo capítulo del programa Podemos Hablar de Chilevisión, donde manifiesta su intención de hacer las paces con Bam Bam y reconciliarse como dos personas que ya hicieron otro camino.

“Estoy súper contenta porque de alguna forma se solucionó lo de Giuliana Sotela, después solucionamos lo de Marcelo Ríos, ahora con Daniela. Me falta Iván. El único que me falta es Bam Bam”, dice Kenita.

Agrega que “yo tengo mi familia, él tiene su familia, éramos otras personas en ese momento. Obviamente, si uno pudiera volver el tiempo atrás quizás uno diría: haría esto distinto, haría esto otro diferente. A lo mejor él dice: no me hubiera gustado conocerla. Después de todo lo que pasó, ambos sufrimos”.

Por su parte, el conductor del espacio, Jean Philippe Cretton, le consulta “tú hablaste de una relación que fue violenta ¿te referías en lo físico, en lo emocional, o ambas?”.

“Eso ya pasó hace tanto tiempo, pero me gustaría dar vuelta la página con eso y mirarlo desde otro lugar, porque creo que ya han pasado 20 años y un poquito más. Obviamente él es un hombre totalmente distinto, me imagino, y yo también. Me gustaría expresar que, si en algún momento se da la oportunidad de poder conversar, creo que sería muy sanador”, respondió la hoy numeróloga.

Larraín añade: “imagino que para él fue súper fuerte que yo no me casara, él nunca pensó que yo no me iba a casar y debe haber sido “¡cómo me hizo esto!”, estábamos en un contexto del ídolo nacional, era el soltero más codiciado de todo Chile, yo creo que él nunca se esperó algo así”.

“Por otro lado, yo no me sentía querida en la relación, la relación estaba muy mal, y también fue el momento en donde yo dije: me tengo que amar. Los demás van a una fiesta, a un matrimonio, después cada uno hace su vida, va a su casa, y yo no puedo dar un paso. Yo entiendo que hay muchas mujeres, y hombres también, que se casan con la esperanza de que los hijos van a arreglar el matrimonio, y yo sentía que eso no era así, es un error gravísimo, porque si estás mal, un hijo es una gran responsabilidad”, complementa.

María Eugenia Larraín sentencia que “fui súper valiente, me eché a un país encima, y ahí es donde hablo en el libro de que en algún momento sentí como ‘capaz que me tenga que ir de Chile’, porque había muy mala onda conmigo. Yo llegaba a un lugar y me empezaban a pifiar, era súper duro. Por lo menos desde mi vereda, siento que eso ya está muy sano, no tengo ni odio, ni mala onda, ni rencor, quedé con lo bonito y de lo no tan bonito saqué mis aprendizajes”.