Una de las imágenes más características en la era dorada de Apple era ver las presentaciones anuales que hacía Steve Jobs, vestido siempre igual: Polera negra, jeans azules y zapatillas.

La forma de vestir del difunto hombre fuerte de la tecnología mundial siempre llamó la atención, ya que lo hizo por más de una década y el motivo se explica en la famosa biografía autorizada hecha por Walter Isaacson.

Según cuenta la historia, la idea surgió en un viaje a Japón, donde Steve Jobs visitó las fábricas de Sony y vio que todos vestían igual. Tras consultar le motivo, se dio por enterado de los beneficios del uniforme en las empresas.

Con esa motivación, Jobs regresó a California a imponer esa idea, pero no le resultó y se quedó con una bodega llena de poleras negras, las cual decidió ocupar hasta sus últimos días de vida.

Además, este uniforme diario le entregó otros beneficios más allá de no tener que pensar nunca más en qué ocupar, como por ejemplo ser más productivo, hábito que ha sido copiado por varios CEO de empresas importantes como Mark Zuckerberg.