En “Pacific Rim: The Black” (“Titantes del Pacífico: Tierra de Nadie”), Australia ha sido invadida por Kaijus, obligando a la evacuación de todo un continente. Dejados atrás, los hermanos adolescentes Taylor y Hayley se embarcan en una búsqueda desesperada de sus padres desaparecidos, enseñándose a sí mismos a pilotear un Jaeger maltratado y abandonado hace mucho tiempo para ayudarlos en su búsqueda y darles la mínima esperanza de sobrevivir.
Hay que estar atento, porque mientras corren los créditos ya te están entregando información para contextualizar al espectador y posicionarlo en un punto muy posterior a lo que ya conocíamos de la saga. Stacker Pentecost, el personaje de Idris Elba, finalmente no canceló el Apocalipsis y las posibilidades lucen tremendamente adversas para los sobrevivientes.
Y luego, la acción parte de manera inmediata. Puede que resulte un poco abrupto el comienzo y de lleno caigamos en medio de una batalla, pero no hay que mentirse a uno mismo: eso es a lo que vinimos, robots gigantescos peleando con kaijus en coloridos escenarios. La serie paga enseguida ese pedido de los fanáticos de la franquicia.
Sin embargo, en los tres primeros capítulos a los que tuvimos acceso, la historia pende de un hilo y apenas está anclada en los dos hermanos tratando de sobrevivir ante un escenario completamente devastado, no sólo por la desaparición de sus padres sino que también por la inundación de monstruos que detonó la evacuación del país oceánico, dejándolos en el desamparo del descampado. Al mismo tiempo, quedan pendientes más detalles que expliquen qué es exactamente eso que llaman “The Black”, ¿acaso un bloqueo comunicacional? ¿la instauración de una zona de cuarentena? ¿un plan de medidas más radicales contra los kaijus? ¡¿QUÉ ES?!
Aunque, claro, siembran la idea de que en esta realidad lo más peligroso están lejos de ser los kaijus, sino más bien se trata de los humanos que velan por su propia individualidad antes que por la sobrevivencia colectiva. No hay mucha novedad en esa propuesta, a menos que los cuatro episodios restantes lleguen para remecer el tablero con un giro considerable.
En un esfuerzo por renovar un poco las cosas, emanan ciertos aspectos que escapan a los planteamientos de la película original y su secuela, por la introducción de elementos de alguna manera místicos, sobre todo cuando se pone atención en un personaje en particular que llega a acompañar a los hermanos en su viaje. Tal figura representa un arma de doble filo: puede resultar chocante para los más fanáticos, pero bien puede ser abrazado por las audiencias primerizas de este universo.
Porque hay que advertir que más allá del enfrentamiento de los titanes, esto no es una secuela directa de las películas, sino una obra en función de expandir lo conocido. Por lo que trata de plantear su propia narrativa y personajes. En algunos aspectos lo logra, pero en otros no tanto.
Aún cuando la acción resulta atractiva, también se debe considerar que a pesar del diseño con visuales impresionantes tanto en lo cromático como a nivel de texturas, salta a la vista una animación que falla en lo kinético. Por momentos, la suavidad en el flujo del movimiento no es total y eso es evidente. Quizás no es un aspecto perjudicial para lo que se cuenta, pero los ojos más agudos lo notarán: lo estático resulta más admirable que lo que se mueve.
Finalmente, “Titanes del Pacífico: Tierra de Nadie” funciona para los fanáticos y quienes no se pongan metas demasiado exigentes ante su propuesta. Da atisbos de tener algo interesante entre manos, aún cuando la adversidad que enfrentan Taylor y Hayley parece demasiado grande para sus cortas existencias. E igualmente, con sus baches estéticos y mezquinas reservas de información, nunca deja de ser entretenido ver acción jaegers vs. kaijus.