En la región de Isan en Tailandia, La Médium conocida como Nim Tonvali, es la heredera del chamanismo de la Diosa Ba Yan. Durante un ritual de invocación, un miembro de su familia es poseído por el espíritu más diabólico jamás conocido por los chamanes de la región. Entonces, el caos se desata.

El estado del cine de terror actual -de historias poco pulidas, sobrecargadas de jump-scares y tintes de humor que por lo general terminan por dinamitar las propuestas- hacen que cuando un proyecto brille por algunos de sus componentes se convierta en una avalancha que cobra fuerza en festivales y entre espectadores, incluso cuando no termina de cerrar del todo.

Es el caso que tenemos con La Médium, deBanjong Pisanthanakun. Cuando parecía que el found footage era una fórmula utilizada y abusada, lista para pasar al olvido; desde la industria cinematográfica asiática te avisan que no están dispuestos a soltarla. Aquí la reviven para narrar una trama que se aprovecha de aspectos antropológicos y espirituales de la cultura tailandesa, buscando decantar en el examen del chamanismo, lejos de la burla, muy apegados a lo que es el desarrollo de una herencia familiar, aunque combinado con la posesión demoniaca y los exorcismos.

Lo que para algunos es un honor, para otros es una maldición. Y desde dentro de una tradición emana la carne para el horror. Una exploración que, en clave de falso documental, aporta una mirada íntima a los demonios que habitan una localidad que parece vivir en monótona rutina. Con el foco puesto en una familia en particular y su carga al ser recipiente de un espíritu protector, se abren las puertas para las tentaciones que cautivan a entes malignos al acecho.

Comentario de Cine | La Médium.(Foto: BF Distribution)

Entre entrevistas expositivas y la manifestación de sucesos inexplicables, paulatinamente la historia va cultivándose en el misterio, la inquietud y la curiosidad del espectador por los hechos.

Paisajes boscosos, una humedad abrumadora que se cuela por los rincones y una comunidad que vive sumida en una mezcolanza de aburrimiento y supersticiones, son el caldo perfecto para explorar cuestionamientos sobre lo que queremos creer, lo que realmente es y lo que podría haber sido. El espectador no queda exento de la confusión, al sumergirse en un retrato de registros visuales opacos que dotan de una naturaleza terrenal todo lo intangible que se presenta. ¿Acaso esto puede ocurrir?

Entonces, el hilo conductor desciende hacia la locura. Las sutilezas pasan a ser pura práctica explícita y todo cae en una vorágine de demencia, que si no abrazaste de manera comprometida toda la tensión previa, puede que te abstraiga completamente de la historia.

Comentario de Cine | La Médium.(Foto: BF Distribution)

La Médium: ¿Cómo es la película de terror tailandesa?

En los minutos finales, el director escoge el camino de los excesos, las tomas en infrarrojo y la violencia desalmada. O lo abrazas y lo dejas fluir, o simplemente te descartas. No hay más opciones.

Es en esos momentos más álgidos cuando la faceta documental tiende a flaquear y aunque lo reconoces, puede que la reticencia ante lo que sucede se quede en descubrir apenas una sonrisa temblorosa en tu cara de puros nervios, porque estás en modo full fiesta de horror al ritmo de cantinelas místicas, gritos y uno que otro giro poco piadoso. El remate: sembrar dudas con los minutos más tristes y angustiantes de todo lo que viste.

La Médium funciona en la medida que se le perdonen ciertos baches, superado eso la recompensa es alta y un par de pesadillas aseguradas también. El mundo espiritual no es algo con lo que se juega y si eso no lo entiendes, asume las consecuencias. Por otro lado, este horror tailandés es un alivio en una cartelera poco bondadosa con la oferta de historias independientes autoconclusivas, como esta producción que aporta más satisfacción que frustración, recordando las sensaciones que deja tanto a la entrega del mismo director de La Médium,Shutter (2004), como la increíble surcoreanaThe Wailing (2016), de Na Hong-jin.