Si hay algo que no le falta a KISS es energía para inundar el escenario. Hay setenta años o más en cada uno de esos cuerpos y es como si un trueno hubiese canalizado todo el espíritu explosivo que les dio vida en los 70’s y 80’s, y los mantuviese vivos a punta de un hechizo magnético que impregna el ambiente de un rock n’ roll poderoso, que tanto se añoraba escuchar en vivo, especialmente, tras los años de restricciones para los espectáculos masivos por la inclemencia de la pandemia.
Lo que hizo KISS este martes en el Movistar Arena tuvo carácter de histórico, en términos de ser el show con el que se despedían de los fanáticos chilenos. También por ser una sexta oportunidad para saborear el clamor de la pleitesía que le rinde el público local. Y, ante todo, por la perfección con que se ejecutó su magia sobre la tarima.
Detroit Rock City y Shout It Out Loud abrieron los fuegos, mientras literalmente llamas le daban un espaldarazo a los músicos, una vez que cayó el característico telón con el nombre de la banda y las Criaturas de la Noche descendieron desde las alturas para bendecir a las 15.000 almas que se dieron cita en el recinto del Parque O’Higgins, en el primer espectáculo con aforo completo desde la imposición de las restricciones sanitarias.
“No hablo muy bien español, pero entiendo todo el sentimiento. Mi corazón es suyo”, clamó Paul Stanley en un español imperfecto que terminó de desatar el fervor de los presentes.
KISS en Chile:¿Cómo fue el concierto?
Un “¡Viva Chile!” del mismo guitarrista abrió Deuce, para luego cederle el protagonismo a dragones que emanaron de las pantallas y que Gene Simmons tomará el control comandando War Machine y, posteriormente, en Heaven’s On Fire. Paul se dejó llevar por la emoción del momento, para empezar a regalar como loco las uñetas con el nombre de la banda que tenía adosadas a su instrumento, las quefueron recibidas en un combate descarnado por alcanzar la gloria en las primeras filas.
Para Loud, Simmons ya escupía fuego con el clásico truco que repite desde siempre como otra de sus rúbricas para cada una de sus presentaciones. Mientras, don Thomas Cunningham Thayer comenzaba a pulir sus guitarras con el sonido mordaz de sus solos, en un virtuosismo que se repetiría múltiples veces a través de la velada.
Entonces, Stanley recordó las veces que han pisado territorio chileno, incluso con un atisbo de memoria para ese lejano concierto en la Estación Mapocho, para lo que fue el Monsters of Rock Chile 1994. Desde ese momento quedó sellada la complicidad de la banda con la hinchada chilena, al punto de llegar ahora a esta sexta visita. El vocalista insistió, lejos de aburrirse de los fans locales: “Quiero escucharlos cantar. ¿Cantamos?”, y así darle la partida a Say Yeah.
Cold Gin llegó con un solo memorable de Thayer, para que luego Paul continuara con sus ejercicios de motivación: “Ustedes pueden cantar esto. Es sobre la lengua”, postuló para despuntar Lick It Up.
Le siguieron Calling Dr. Love, Tears Are Falling y Psycho Circus, antes de que Eric Singer conquistara su propio momento de protagonismo, para un solo de batería que lo tuvo bromeando, desafiando a los presentes y luciéndose por largos minutos, rematando todo elevado en las alturas de su propia plataforma, rodeado dehumo y con la iluminación siguiéndole el juego para una visual inolvidable.
Y ya que el show estaba en esas, el retorno de Gene Simmons al escenario fue en medio de un ritual individualcon su bajo, como poseído, para soltar un líquido que emulaba ser sangre de su boca, planteando todo el dramatismo necesario para izarse en otra de las plataformas buscando la posición de deidad y hacer God of Thunder.
Para Love Gun y I Was Made for Lovin’ You, Paul Stanley cruzó sobre el público de Cancha VIP desde el escenario principal a uno secundario instalado en medio del recinto. “Quiero sentirlos”, se justificó.
Black Diamond tuvo en la voz principal a Singer, para luego mandar a KISS a un receso que solo los recargó para dar la pincelada final a la obra que pintaron en laprimera de dos noches en el Movistar Arena.
El mismo Eric partió el bis con Beth en un piano estrambóticamente brillante, con todos en el lugar atentos y comprometidos con este nuevo número del show. Luego vino la pregunta Do You Love Me?. Mientras que el cierre -cómo no-fue con Rock and Roll All Nite, la detonación de toda la pirotecnia, el vuelo de confeti, explosiones sonoras en la batería, Simmons, Singer y Thayer elevados en las plataformas y Stanley dándolo todo en una despedida que proclamó “KISS loves you Santiago”, tras un show con un setlist de 20 canciones en una hora y 50 minutos brillantes.