La tercera temporada de “Cobra Kai” empieza con todos recuperándose del violento enfrentamiento entre los dojos, que dejó a Miguel hospitalizado grave. Además, mientras Daniel busca respuestas en su pasado y Johnny trata de redimirse, Kresse continúa manipulando a sus vulnerables estudiantes. El alma de All Valley está en juego, y el destino de cada estudiante y sensei pende de un hilo.

Luego de que Netflix la rescatara de las fauces de la perdición, “Cobra Kai” ahora cuenta con una nueva vida. A diferencia de otras producciones que cambian de manos, no se ve afectada en lo más mínimo por el salto en la firma que la exhibe. De hecho, funciona al revés: ir de Youtube a la plataforma de streaming evidentemente le entregó presupuesto y la posibilidad de expandir aún más los alcances de esta historia, tanto hacia el futuro como el pasado de los personajes.

Esto siempre lo logra respetando lo que ya había construido hasta su segundo ciclo. Es como si la serie escuchara sus propios consejos para seguir adelante, sobre todo esa guía sobre establecer un equilibrio para mantener el espíritu a flote. Si ganas algo, pierdes algo. Una vez que se estabiliza la balanza, los involucrados deben evaluar el resultado que lograron. En esa línea, las respuestas que entrega esta tercera temporada siempre son positivas.

Así la serie construye momentos tan emotivos como para lágrimas, pero también libera completamente la válvula de los fan services, logrando ser un revival que no parece un apéndice con el mero objetivo de obtener nuevos beneficios de un universo ya establecido, sino que opera con la fluidez dramática que ya quisieran otras franquicias para entregar una continuidad.

Ralph Macchio como Daniel LaRusso y William Zabka como Johnny Lawrence, en Cobra Kai.

Gran parte de eso se debe a que se mantienen los protagonistas originales, sobre todo Ralph Macchio y William Zabka, quienes conectan todo el tejido sensible y carismático de una trama que se enfrenta ahora a desafíos que reorganizarán el tablero en el mundillo de All Valley.

El esfuerzo que más se le aplaude a “Cobra Kai” es que apela a los espectadores que crecieron con las películas, quienes podrán celebrar gloriosos retornos de caras conocidas; pero sin olvidarse que debe establecer un lazo con nuevas audiencias, a través de quienes son ahora los estudiantes.

Con ello, en la ficción los conocimientos se mueven en ambos sentidos. Los adultos heredan su experiencia y reconocen los errores del pasado, y la juventud les enseña a navegar en un mundo moderno cuyas problemáticas son tan similares como diferentes a las de la realidad que vio nacer esta saga en los ochentas.

Mientras las películas operan con la dinámica clásica del héroe y el villano, el blanco y el negro; la serie se mueve en toda la gama de grises entre lo oscuro y lo luminoso, reflejando de mejor manera lo que es la vida: una colección de decisiones con consecuencias, pruebas y errores, alianzas y traiciones.

Por eso ante la improbabilidad de que en la realidad las cosas se resuelvan a toda costa con algo como el karate -que es lo que le da lo espectacular a esta ficción-, la misma serie no se aleja tanto de lo que puede ser lo mundano y cotidiano en la vida.

Miguel (Xolo Maridueña) y el sensei Johnny (William Zabka) en una escena crucial de la tercera temporada de Cobra Kai.

Gracias a eso es capaz de hablar de bullying, confusiones adolescentes, el camino a la adultez, el reconocimiento de las responsabilidades, las crisis de mediana edad, las pasiones, los peligros y más.

También se hace cargo de los cambios culturales representando a múltiples generaciones, desde la música a las formas de comunicarse, desde la alteración de los discursos en torno a la inclusividad al uso de las nuevas tecnologías.

En medio de este cuadro, la apelación a la nostalgia sigue funcionando, destacando muy por sobre otros ejercicios de resurrecciones televisivaso remakes que se quedan en apenas guiños, cameos o alcances de nombres.

Aquí, si llegan a incorporar a alguien es porque va a aportar a la historia, de lo contrario se mantiene al margen. Eso lo sigue trabajando muy bien la serie en su tercera temporada. Por ejemplo, ocurre en el caso de Aisha, un nombre nuevo para quien los productores no encontraron un aporte en los flamantes episodios y, salvo una rápida y coherente explicación, no figura en la acción.

Pero también es efectivo al recuperar a otras figuras de los filmes que decantarán en uno que otro festejo de los fanáticos.

Daniel LaRusso frente a frente con Chozen, en Cobra Kai.

“Cobra Kai” demuestra una vez más que se puede conjugar lo nuevo con lo antiguo, respetando las pautas dictadas por sus orígenes y combinándolo con la renovación que es capaz de lograr una revitalización de sus componentes.

Evidencia cómo los individuos evolucionan a través de los años en base sus decisiones y aprendizajes, por medio de la versatilidad de sus personajes. Todo sin ser un mero producto del marketing y con sus creadores rindiendo homenaje a lo que ya estaba construido, porque saben que allí se encuentra su principal valor.

Y aunque algunas de las peleas dejen percibir las coreografías entre sus costuras, la nueva temporada es prueba de trabajar con respeto sobre un material tan querido y salir airoso en el acto.