Después de 122 días fuera de las canchas, Nick Kyrgios (640°) volvió a competir en el ATP 500 de Washington. Pero su regreso duró solo 58 minutos.
El australiano, que alguna vez fue número 13 del mundo y campeón de Grand Slam en dobles, decidió reaparecer junto a su amigo Gaël Monfils.
¿El resultado? Perdieron 6-2 y 6-2 en la primera ronda ante los terceros sembrados Hugo Nys y Édouard Roger-Vasselin. Y aunque el partido fue breve, lo que dejó fue mucho más profundo.
Lo más impactante no fue el resultado, sino la sensación de verlo vulnerable, con la rodilla vendada y el gesto apagado, lejos del showman que solía robarse las miradas y que siempre se mete en polémicas.
“Nunca pensé que volvería a jugar”
Kyrgios, visiblemente afectado por sus lesiones, fue claro antes del torneo.
“Solo estar de vuelta aquí, después de mi lesión en la muñeca y en la rodilla, nunca pensé que volvería a jugar en un torneo como este, para ser honesto”, confesó.
El mensaje no pasó desapercibido y muchos lo interpretaron como una especie de despedida emocional más que un regreso deportivo.
En cancha, su rodilla iba completamente vendada. Y en redes sociales, su mensaje fue aún más directo. “La rodilla destruida, pero los fans igual nos apoyaron”, escribió tras la derrota.
La llama aún no se apaga
Aunque Kyrgios no compitió en singles en Washington, sí está inscrito en el Masters 1000 de Cincinnati y en el US Open, ambos gracias a su ranking protegido.
Además, ya confirmó que jugará el nuevo evento de dobles mixtos del US Open junto a Naomi Osaka.
Sigue luchando con su físico, pero también con sus ganas. Y por ahora, como él mismo escribió tras su regreso, “Digan lo que quieran, ustedes igual miraron”, dijo.