Los Juegos Olímpicos nos abren a la posibilidad de ver disciplinas deportivas que generalmente no sintonizamos. Entre el canotaje, el taekwondo, el skateboarding y otros, se hace muy interesante explorar en nuevos eventos.
Uno de ellos es la esgrima. Clásico de los Juegos Olímpicos, este deporte se compone de tres tipos de armas: sable, espada y florete. Los trajes, los movimientos y, por supuesto, la emoción de un deporte no tan visto por estos lados del mundo, nos estremece.
París 2024 no fue la excepción. Tanto en femenino como en masculino, se han definido distintas preseas en el esgrima de los actuales Juegos Olímpicos. Ya se han definido algunas medallas en este deporte, pero nos concentraremos, específicamente, en el sable masculino.
Quien se coronó con la medalla de oro del sable fue el surcoreano Sanguk Oh, que derrotó en la final (15-11) al tunisino Fares Ferjani. Sin embargo, pese a no llevarse ninguna presea, el que se llevó la atención del mundo completo fue Sebastien Patrice, competidor francés.
¿Por qué Patrice se llevó toda la atención en el esgrima?
Primero, vámonos a los años 90 y principios del 2000. Si nos dicen la palabra “Fatality”, muchos lo identificarán directamente con un videojuego que la rompió por aquel entonces. ¿Quién no jugó o conoció el Mortal Kombat?
Este videojuego, que vino a revolucionar le industria de la entretención, fue, junto con el Street Fighter, uno de los que marcó una generación. Pues bien, al parecer Sebastien Patrice, esgrimista francés, llevó un poco más allá su fanatismo por Liu Kang y compañía.
En el sable masculino, Patrice se llevó las miradas mundiales por su particular manera de combatir. El esgrimista galo va saltando, tal como si fuera Scorpion, de un lugar al otro. Pese a esto, no pudo pasar de los octavos de final de su disciplina.
Sebastien Patrice quedó eliminado por el alemán Matyas Szabo, en un apretado duelo en los octavos de final. Pese a su poco ortodoxa forma de combatir, el alemán se llevó el duelo por 15-13.