Tal como mucho futbolistas sudamericanos, el brasileño Richarlison creció en un ambiente muy precario, donde estuvo rodeado de drogas, violencia.
“Mi infancia fue muy pobre. Desde pequeño veía a mis padres trabajando todo el día y todos los meses era difícil tener suficiente dinero para llegar al mínimo. Entonces, trabajé desde chico vendiendo golosinas, helados o café para ayudar en casa”, reveló el jugador del Everton a As.
Luego, recordó: “Vivíamos en una zona pobre y peligrosa de la ciudad (Nova Venecia). Vi muchas cosas malas como drogas, violencia. Fue muy complicado, pero tenía ángeles de la guarda que siempre me llevaron para el camino correcto. De todos modos, muchos amigos de la infancia terminaron en la cárcel, se metieron en el mundo de las drogas e, incluso, algunos murieron”,
Richarlison también relató una historia que le cambió la vida: “Volví de la escuela de fútbol con mis amigos y había una persona que pensaba que estaba vendiendo drogas en el área donde él estaba vendiendo. Ahí, me apuntó con la pistola en la cabeza y me amenazó, pero tuve la tranquilidad de explicarle que estaba de camino a mi casa y que no vendía ni consumía drogas. Me quisieron pegar un tiro, pero el fútbol me salvó la vida literalmente. Si bien más fácil hablar ahora, se trató de algo que marcó mi infancia y me animó a recorrer un camino muy diferente al que terminaron algunos amigos”.
Finalmente, contó cómo fue cuando decidió ser futbolista: “Fui a hacer una prueba con solo el dinero del pasaje de ida [al América Futebol] porque la plata para pagar el de vuelta la gasté en comer durante el viaje. Así que di mi vida para conseguir un puesto en el equipo y acabé consiguiéndolo”.