Ya es un hecho: el estadio de Universidad Católica deja de llamarse San Carlos de Apoquindo y pasa a llamarse Claro Arena en concepto de naming. El recinto se encuentra en la parte final de su reconstrucción y se espera que sea de primerísimo nivel.
Sin embargo, la noticia molestó a muchos, que no querían ver desaparecer el histórico nombre del recinto de la UC, menos siendo rebautizado por una marca por la sensación que se pierde identidad.
Sin embargo, el efecto de vender el nombre del estadio es casi la única alternativa para conseguir los recursos necesarios para construir un estadio desde cero. En Deportes en Agricultura, Cristián Caamaño y Patricio Yáñez reaccionaron a la situación que marca la agenda de la Católica y el fútbol chileno este jueves.
“Muchos son capitalistas y después cuando le tienen que poner el nombre al estadio se ponen estatistas, románticos”, ironizó.
El romanticismo no paga un estadio
“En Estados Unidos todos los Arena tienen una marca. En Europa ni hablar… salvo el Santiago Bernabéu, hasta el Camp Nou tuvo que vender su nombre a Spotify. El Allianz Arena. El naming tiene que existir como una marca, son los que te ayudaron a construir”, agrega el periodista.
Por su parte, Pato Yáñez manifestó que “tienes el ejemplo de lo que pasa con Santa Laura, todo el mundo le dice Santa Laura y nadie le dice Universidad de Sek, que es lo que pide Segovia. Quieren evitar aquello que pasa con el estadio de la Unión”.
Caamaño retomó la palabra: “en Chile puede ser así, pero en Europa, nosotros mismo, cuando juega el Bayern Múnich, ¿cómo le decimos? Allianz Arena. Es cierto que que al Camp Nou va a costar decirle Spotify Camp Nou, pero así se llama, ese es su nombre”.
“Ya, en Inglaterra está Anfield y Old Trafford, ¿pero cómo se llama el estadio del Manchester City? Etihad. ¿Cómo se llama el del Arsenal? Emirates. No existe eso de mantengamos el romanticismo, de cómo se llamaba antes”, expone.
Cristián Caamaño sentencia que “el Liverpool no ha necesitado llegar a eso, pero los clubes para remodelar sus instalaciones necesitan vender el naming. Old Trafford, que necesita más que una mano de gato, seguramente va a tener que recurrir a esto para modernizarse. El del Tottenham costó mil millones de dólares. Sacaron la plata de unas ventas y otros negocios, pero de dónde saca un club cualquiera esa plata si no es por una marca”.