En las últimas semanas se ha seguido con atención el brote de coronavirus surgido en Wuhan, una localidad de China, y que se ha expandido a por lo menos 16 países.

El tema es que este coronavirus surgió por la transmisión de la enfermedad de un animal a una persona y que resultó ser altamente contagioso.

Esto ha resaltado la vulnerabilidad que tienen los humanos para contraer enfermedades transmitidas en la vida silvestre y el pronóstico no es bueno, ya que se espera que esto aumente con los años, ya que va muy de la mano del cambio climático y la globalización que han cambiado la forma en como interactuamos los humanos con los animales.

Existen famosos casos que demuestran lo caótico que puede ser esta transmisión de enfermedades. Por ejemplo, el VIH, que se originó desde los simios y causó estragos en la década de los 80. O la pandemia de gripe aviar del 2004 que se originó desde unos pájaros. O la recordada gripe porcina del 2009 que vino desde los cerdos.

El hecho es que los humanos siempre han contraído enfermedades de los animales, pero es el cambio climático (generado también por el ser humano) el que está acelerando este proceso, lo que se suma al aumento de habitantes en las ciudades y la facilidad de viajes internacionales que dan un escenario ideal para una rápida propagación.

En el fondo el cambio climático ha afectado de manera considerable el hábitat de miles de animales, lo que ha alterado sus formas de vida y quien se come a quién. Esto ha hecho que varios animales encuentren mejor vida en las ciudades y esta mezcla es ideal para el surgimiento de nuevas enfermedades como el famoso coronavirus de Wuhan.