Washington Sebastián Abreu es un futbolista que ha pasado por más de 20 equipos en su carrera, de hecho sólo en Chile vistió tres: Puerto Montt, Audax Italiano y Magallanes.
Por eso no soprende la colección de 1.600 camisetas que posee el uruguayo, y en un live que hizo con el periodista argentino Fernando Palomo, contó la historia de las dos que más aprecia.
“Fue otra que me costó mucho guardar, no tanto conseguirla porque a Diego lo conocía de mi época de soltero de San Lorenzo en el ’96 y me lo encontraba siempre en una disco, entonces hice una muy buena relación. Volvió en el ’97 a Boca y nos toca jugar un clásico. en La Bombonera y obviamente mi sueño era tener la camiseta de Maradona. ¡De quién no! Mi idea era esperar al final del partido para poderla cambiar. Buscaba toda una estrategia: ‘cuando veo que adicionan los minutos, voy a intentar estar corriendo cerca de él, porque si estoy lejos cago porque va a venir otro y me va a anticipar’. La locura me llevaba a no pensar tanto en el partido y sí en la logística de la camiseta”, relató el oriental.
Agregando que “pero me sorprendí porque terminó el primer tiempo, nos íbamos caminando para los vestuarios y siento que me chiflan y me gritan ‘¡uruguayo!’. Cuando me doy vuelta es Diego que me dice: ‘¿vamos a cambiar?’. En un segundo tenía la camiseta afuera. Pero llego al vestuario y me pregunto: dónde la escondo. Yo con la persecuta de que alguno me la manotee”.
Abreu cuenta que “los vestuarios de Boca tenían los roperos con un espacio atrás en el cual era muy difícil que alguien se pudiera meter, así que la meto en una bolsa negra y la tiro atrás. Termina el segundo tiempo, perdimos 2-1 y salgo rápido caminando. Pero no salgo rápido porque habíamos perdido, sino porque iba en la cabeza diciendo ‘la camiseta, la camiseta, la camiseta’. Espero que se bañen todos, quedo solo con el utilero Salvador. El tema es que el ropero era todo cerrado en las paredes y no tenía cómo entrar. Me tuvo que ayudar Salvador a hacerme calzo con el pie, ayudarme que no me vaya a caer, primero ver que estuviera, y con un palo engancharla. La encuadré junto con una foto que me saqué con él en ese partido y otra en la que me estamos cambiando la camiseta, ¡porque hay muchos perseguidos que dicen, ‘esa es trucha’!, entonces no, mirá”.
Respecto a Lionel Messi, la pudo conseguir recién en la Copa America de 2011. “La que más me costó, porque la querían todos, era la de Messi de la Selección. Le habíamos ganado y los habíamos eliminado de la Copa América en Argentina y yo dije ‘por más que hay una cierta afinidad, es difícil que me la mande’. Pero ahí es cuando uno se saca el sombrero con ese tipo de personas y de futbolistas. Estaría terriblemente enojado, triste, amargado, aparte él soñaba con ganar ese título en su país, pero tuvo la delicadeza de mandar la camiseta con Bilardo y yo mandarle de Uruguay”, cerró.