Mismo escenario y misma competición para Gareth Southgate, entrenador de Inglaterra, que en los octavos de final de la Eurocopa ante Alemania se sacó la espina más dolorosa de su carrera cuando en las semis de la edición de 1996 falló el penalti decisivo en la tanda que definía al finalista.

Fue uno de los partidos que ratificaron a los germanos como una de las bestias negras de los Tres Leones, que después de ganarles la final del Mundial 1966 no habían podido ganarle en partidos de eliminación directa en ninguno de los grandes torneos en los que se vieron la cara hasta este martes.

En 1996, Inglaterra rozó la final de la competición y enfrente tuvieron a Alemania. Soñaron desde el tercer minuto cuando Alan Shearer abrió el marcador pero Stefan Kuntz empató a los 16' y desde ese momento no se movió más el marcador hasta que todo tuvo definirse desde los 12 pasos.

Luego de cuatro rondas de lanzamientos, nadie había fallado hasta que llegó el turno de Southgate, quien disparó a la derecha del portero Andreas Köpke, quien adivinó sus intenciones y paró sin mayores inconvenientes para que luego Andreas Möller sentenciara para meter a Alemania en la final, en la que se impuso 2-1 a República Checa.

Inglaterra deja atrás uno de sus fantasmas más grandes y está a tres partidos de romper una sequía que se ha hecho eterna. Southgate tiene su redención pero todo parece indicar que va por mucho más.