En Fuerza Bruta, Ma Seok-do se dirige a un país extranjero para extraditar a un sospechoso. Sin embargo, descubre casos de asesinato adicionales y se entera de un asesino que había cometido crímenes contra turistas durante muchos años, por lo que su misión comienza a dar un gran giro.
A Ma Seok-do lo conocemos de antes, porque fue presentado en Beomjoidosi o The Outlaws, como también se le llamó en su estreno de 2017. El actorMa Dong-seok, omás bienDon Lee-su renovado nombre artístico-, interpreta a un policía que juega a medias tintas para cumplir la ley, mira hacia el lado con ciertos crímenes, pero aprieta cuando quiere controlar el mal mayor. Parece un agente de la ley desaliñado, pero es honorable con sus compañeros. Cuando lo enfrentamos ahora, no ha dejado sus andanzas de rompecorazón, pero muestra un perfil mucho más cultivado, maduro y experimentado. Ya no se le pasa la amputación en la sala del lado por estar ebrio junto a las chicas del momento, como el grave error que cometió anteriormente; ha agudizado sus sentidos, está en control.
Ma Seok-do recurre al humor para lidiar con sus informantes aliados, pero no duda en usar la fuerza con los desalmados.
Esa es básicamente su presentación. Porque Fuerza Bruta es una secuela también conocida como Beomjoidosi 2 o The Roundup, pero que para Latinoamérica se está vendiendo como una película para disfrutar de manera independiente. Ahora, ¿es estrictamente necesario ver la primera entrega para entender esta película? La respuesta es NO, pero la nueva aventura se disfruta mucho más si ya conoces a los personajes que se perfilaron con el caso previo, sobre todo por los guiños que van apareciendo en el metraje.
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No es sólo un combinado explosivo, va más allá con una trama con menos giros que su antecesora, pero mucho más cuidada en su tratamiento para hacerla dinámica y atractiva.
Destapar el misterio de la ubicación del villano nunca deja de ser el centro de atención, mientras te muestran los dos flancos y el perseguido siempre supera por muchos pasos a los persecutores. Es por eso que cuando viene el momento del remate, ante este panorama, la resolución del enredo es mucho más satisfactoria.
Fuerza Bruta poco tiene que ver con algo como la saga John Wick, con situaciones que desafían la física, las balas inagotables y que rayan en la acción de fantasía descollante, hay pequeños guiños pero no es lo primordial; más bien está emparentada con el cine John Woo, con Infernal Affairs de Andrew Lau, o con la construcción de intriga y persecución policía-delincuente al estilo de Michael Mann.
La acción se plantea como una coreografía bien ejecutada presentada ante una cámara que no teme a los ángulos imposibles, a seguir la brutalidad de golpes que se sienten reales, que salpican y que además elevan la tensión de los momentos apropiados, sirviéndose deliciosamente de unos veloces planos secuencias que ya se quisieran las mejores producciones hollywoodenses. Como la escena del cumpleaños interrumpida con extintores en la primera, pero todo mejor trabajado, con cálculo preciso y en espacios confinados.
Fuerza Bruta tiene la potencia de su protagonista, es aplastante, no se cansa, es carismática y conjuga la suficiente gracia para nunca soltar la atención del espectador. Recurre al humor tanto como a la violencia, en una balada que entrega por cuotas iguales alegría y conmoción. Lejos de las fórmulas, se defiende en su propio terreno; logrando entregar la satisfacción de haber pasado un gran momento de diversión.