Cuatro años después de la destrucción de Isla Nublar, en Jurassic World: Dominion los dinosaurios ahora viven y cazan junto a los humanos en todo el mundo. El frágil equilibrio remodelará el futuro y determinará, de una vez por todas, si los seres humanos seguirán siendo los depredadores máximos en un planeta que ahora comparten con las criaturas más temibles de la historia.

A la saga Jurassic World siempre le ha pesado el hecho de no ser una experiencia original inspirada en una exitosa antecesora. A pesar de plantearse como un reboot que le daba continuidad años después a los sucesos acontecidos en las películas de Steven Spielberg y Joe Johnston, inevitablemente agotó sus recursos copiando con una renovada faceta los acontecimientos que ya se habían visto, algunos de manera descarada, otros no tanto. Así el ejercicio incansable de la apelación a la nostalgia opacó toda posibilidad de una identidad propia.

Esto se puede ver en la reactivación del parque; el establecimiento de unos héroes que entre bromas intentaban ocultar sus desavenencias; los niños en peligro; la figura del villano que no cree solamente en la maravilla de los avances tecnológicos y científicos por el altruismo y el desarrollo, sin sacarle provecho económico o hasta político; o la inclusión hasta el cansancio de las melodías de John Williams -sobre todo pensando en que Michael Giacchino es un compositor con tanto potencial, como el que entregó para Inside Out, Star Trek o War for the Planet of The Apes-.

Review | Jurassic World: Dominio.(Foto: Universal)

Review | Jurassic World: Dominio.(Foto: Universal)

En Jurassic World: Fallen Kingdom parecía que iban a dar un paso diferente, expandiendo el universo, hicieron explotar Isla Nublar, sacaron a los dinosaurios al mundo; pero todo siguiendo el hilo del que múltiples veces se habló y se criticó para las secuelas de Jurassic Park: el hecho de convertir a los dinosaurios en dispositivos de seguridad o armas de guerra; tirando aún más de la idea que sembraron con el personaje de Vincent D’Onofrio en la entrega previa. La catástrofe inevitablemente llegó y los reptiles de hace millones de años quedaron libres, a campo traviesa. Siguió siendo el afán del humano por controlar algo que simplemente se les va de las manos, sobre todo cuando no se pueden reducir a monedas de cambio por su naturaleza salvaje. La franquicia seguía sin proponerse como algo inolvidable.

En ese escenario, Jurassic World: Dominio tampoco lo hace mucho mejor, pero al menos se hace responsable de plantear cuestionamientos un poco más profundos sobre el impacto social, político y ecológico de la resurrección de especies extintas.

Consecuencias palpables y potencialmente catastróficas son el trasfondo de una trama que al menos no comete el error de forzar el encuentro de las dos generaciones de protagonistas, planteando la típica idea de un conflicto en el que unos piden la ayuda de otros y ¡vamos a la carga! Acá se establece una carrera paralela, en la que cada vertiente posee sus motivaciones hasta que en un punto llegan a unirse, no de la mejor manera, en una sospechosa coincidencia, pero aún así las cosas se mantienen en movimiento.

Review | Jurassic World: Dominio.(Foto: Universal)

Review | Jurassic World: Dominio.(Foto: Universal)

La acción se sostiene, hay escenas en que se siente la tensión a merced de unos dientes voraces corriendo a toda velocidad por las presas humanas. Lamentablemente la sensación de peligro se agota, cuando no se toman las decisiones difíciles y se prefiere actuar sobre seguro para no incomodar a los fans. La vida en Jurassic World se abre camino, pero hasta cierto punto no más, no vaya a ser que alguien se moleste por infringirle un dolor irreparable a los protagonistas.

Y luego, una vez más, le pesa la reminiscencia de las glorias pasadas. Esa obscena necesidad de apelar a la nostalgia bajo las pautas de la imitación. Podrían haber creado nuevas situaciones para escenas inolvidables, pero no. En un punto te presentan un artefacto que prácticamente es imposible que pueda estar ahí; punzando en la herida, provocando esa sensación cringe, esa incomodidad que te hace cuestionarte ¡¿pero para qué hacen esto, siendo tan innecesario?!

Para colmo, la recuperación de un villano que "a nadie le interesa" y que goza de una reintroducción muy incoherente con el resto de su desarrollo, dando golpes de ciego hasta el final, cierra el círculo de un homenaje mal ejecutado.

Review | Jurassic World: Dominio.(Foto: Universal)

Review | Jurassic World: Dominio.(Foto: Universal)

Cierto, nunca nos vamos a quejar de ver a monstruos colosos en movimiento, en enfrentamientos, a pesar de que CGI no es de los mejores: son DINOSAURIOS en pantalla grande. El alimento para esa ilusión infantil tan satisfactoria ante ojos cristalinos de emoción. Pero Jurassic World: Dominio es fiel al espíritu falible de la saga, cerrando la historia confirmando que sólo es el hijo taquillero calco de un padre ante el que nunca estuvo a su altura, porque simplemente nunca tuvo identidad propia.