Una extraña voz en el viento saca a Elsa de la paz instaurada en Arandelle. Cuando decide descubrir a qué se debe este llamado, Anna, Kristoff, Sven y Olaf la seguirán para enfrentar una aventura que remecerá los cimientos de su propia historia familiar.
“Frozen 2” se autoimpone la expansión de un universo ante una amplitud de oportunidades bien aprovechadas, presentándose como una secuela avalada por el éxito de su antecesora y el reposado tiempo que se regalaron sus responsables, para crear una historia mucho más contundente en cuanto a personajes, mensajes e imaginario.
En la anterior, los acontecimientos parecían detonados por vínculos pequeños e íntimos, acá las motivaciones de los personajes se van perfilando en torno al cultivo de una intriga sobre su pasado, cuyas implicancias van más allá del mismo reino en que viven.
Hay una escena en la que Elsa le dice a Anna: “No puedes correr y seguirme hacia el fuego”, y su hermana le responde “entonces, no corras hacia el fuego”, en una forma de declarar la imposibilidad de romper el apego que recuperaron. Pero la película también tiende a mostrar cómo la aceptación de desafíos individuales te hacen crecer como persona, opacando los errores de la ignorancia con la obtención del conocimiento; lo que nos permite juzgar, evaluar y tomar mejores decisiones.
Por eso, si antes se habló sobre despojarse de convicciones retrógradas e inspiradas por el miedo, en esta oportunidad la clave está en entender los alcances de esa liberación.
Se suma a eso un potente mensaje en torno al reconocimiento de los pueblos originarios, aceptando la diversidad cultural y abrazando la necesidad de recuperar lazos que la violencia de la ambición arrebató a personas inocentes.
Hay momentos gigantescos en la película. El resumen que hace Olaf en lo que va de la historia, la balada de visuales ochenteras con el conflicto interior de Kristoff por no saber canalizar sus sentimientos, y la gran escena de acción con Elsa en el mar, son evidencia de ello.
Por otro lado, Olaf deja de ser un mero vehículo para el alivio cómico. Siempre gracioso, plantea reflexiones e interrogantes profundas sobre el comportamiento humano ante lo diferente o lo que no comprende, además de cómo se construyen lazos interpersonales que pueden llevar a subsanar los conflictos de quienes lo rodean.
Este nuevo paso en la saga “Frozen” es uno firme y emocionante en sus planteamientos sobre el crecimiento personal, lo que se mezcla con impresionantes visuales y un entretenido desarrollo que nunca decae. Es mejor de lo esperado.