En La Huérfana: El Origen, Lena (Isabelle Fuhrman) consigue escapar del psiquiátrico ruso en el que está recluida y viaja a EE.UU., haciéndose pasar por la hija desaparecida de una familia adinerada. Pero su nueva vida como Esther no será como ella esperaba, y se enfrentará a una madre que protegerá a su familia a cualquier precio.

Antes que todo, hay que despejar el terreno y sacar de en medio inmediatamente el gran elefante en la habitación, que le pesa a esta precuela desde el minuto 1: el gran secreto ya fue revelado.

¿Hay esfuerzo aquí? Sí, lo hay. Pero es más sobre la realización que sobre la trama. Presentar un truco de magia cuando el conejo ya está fuera del sombrero es indudablemente difícil y lamentablemente esta precuela no logra despachar lo que intenta vender.

¿Cómo es La Huérfana 2: El Origen?

Las pautas son extremadamente familiares, muy similar a lo que ya se había visto. La "pequeña" llega a una casa haciéndose pasar por una niña perdida en extrañas circunstancias y entra al hogar para alterar todo.

Ante ese panorama, el espectador empieza a pensar inevitablemente en ¿qué es lo siguiente? ¿Cuál es el engaño? ¿Quién es realmente el villano aquí, sí el mal está expuesto? Esfuerzo tras esfuerzo quien observa intenta dilucidar lo que está ocurriendo porque, de verdad, la historia ya dejó de ser todo lo intrigante que era en la antecesora.

Repentinamente viene el giro, y cuando se destapa, la verdad es desconcertante. Pero no por cómo cambia las directrices de la historia, sino porque la pistas estaban desperdigadas desde el principio. Miradas sospechosas, comportamientos anómalos en los personajes equivocados, actitudes que no concuerdan. Todo es muy raro, pero NO de la manera satisfactoria en que se trabajó la atmósfera de la película de 2009, sino porque la verdad de la trama no es muy creíble, relevante o siquiera coherente viendo la navegación emocional previa en estas aguas turbulentas.

Hay algo oculto desde el principio, pero es como si los personajes no fuesen fieles a sus mismos principios. Y ni siquiera tiene que ver con los anhelos emocionales de uno y otro lado, sino con una fachada muy débil para ser lo suficientemente digerible y aterradora.

Faltó profundizar aún más en los responsables del cambio repentino en el curso de la narración. Es esa flaqueza la que atomiza el potencial que tenía la precuela.

Porque si se la mira desde otra óptica, el trabajo que se hizo para hacer que Isabelle Fuhrman se vea aún más joven que en la película original es sin duda para aplausos, sobre todo porque mayormente son efectos prácticos: perspectiva forzada, ángulos de las cámaras y posicionamiento de luz. Es realmente espeluznante cómo hacen ver que una mujer de 25 años se vea como una menor de 12, que es la edad que tenía la actriz cuando dio vida por primera vez a Esther.

El escape del principio, los incómodos encuentros familiares y el intimidante acercamiento de la madre a la hija se logran en fugaces momentos que dan para estremecer. Pero es el lado salvaje lo que falla aquí. La malicia no está bien ejecutada, no es amenazante es más bien caricaturesca. Ahí termina de desmoronarse la entrega.

A fin de cuentas, La Huérfana: El Origen es un buen intento -sobre todo por su producción- con resultados fallidos, que complacerá a los menos exigentes, pero que dejará con gusto a poco a los fans del terror con un poco más de esmero en el trabajo de elaboración de los recursos narrativos. La artesanía de la intriga aquí no termina de cerrar, y eso le juega completamente en contra.